viernes, 30 de octubre de 2015

Historias de vida...


El secreto de un obispo


Próximos a la fiesta de todos los santos, recordemos el hermoso dogma de la comunión de los que viven en gracia, y la maravillosa intercesión que podemos ejercer.


Guillermo Emmanuel conde de Ketteler, (1811 – 1877), obispo de Maguncia, fue una de las personas más destacadas y valientes en la lucha por la libertad de conciencia y de la Iglesia de Alemania en el siglo XIX, durante la Kulturkampf («lucha cultural») de Bismarck; y asimismo, uno de los iniciadores del pensamiento y del movimiento social católico, (cf. Benedicto XVI, Deus caritas est, nº 27), a tal punto que el Papa León XIII, conocido como el Papa de los obreros, había dicho que el obispo Ketteler fue supredecesor.
Resultado de imagen para KettelerPero hay un secreto desconocido de la vida de este obispo pionero de la doctrina social de la Iglesia que debe servir de ejemplo para cada cristiano.
El conde Ketteler, que había estudiado con los jesuitas suizos en Brig, sólo pensaba en los honores, los placeres, el dinero y el prestigio, a efecto de lo cual estudió derecho en las universidades de Gotinga, Heidelberg, Munich y Berlín. Nombrado funcionario del Gobierno en Münster, pronto renunció, según se lo dijo a su hermano en una carta, porque no quería servir a un Estado que exige sacrificar la conciencia.
Pero un día, a la edad de 30 años, con la velocidad del rayo, decidió hacerse sacerdote. En 1844 fue ordenado presbítero, y luego obispo de Maguncia en 1850.
En 1869, conversando con otro obispo, Monseñor Ketteler le confió a éste, que existía una persona que por él había dedicado toda su vida a Dios, a quien él le debía toda su vida y todas sus obras incluyendo su vocación.
Al día siguiente los dos prelados celebraron el Santo Sacrificio de la Misa en la capilla de una congregación de religiosas. Al momento de la Santa Comunión, el obispo de Maguncia tuvo un susto al acercarse a la balustrada una de las monjas, pero recobrando inmediatamente el dominio de sí mismo, le administró la Sagrada Hostia.
Después de la Misa el obispo Ketteler pidió a la Madre Superiora que reuniera a todas las hermanas, hecho lo cual, tuvo que preguntar: ¿Están realmente todas?, admitiendo la Superiora que faltaba una, la que esmeradamente cuidaba los establos, y que por su esmero a veces olvidaba otras cosas. Cuando llegó la religiosa el obispo empalideció. La religiosa había nacido hacía 33 años, el mismo día en que Guillermo Emmanuel se había convertido a raíz de una visión en la que había visto a Jesucristo resplandeciente enseñándole su Corazón, y arrodillada ante Él vio a una humilde monja en actitud suplicante, de quien oyó decir a Jesús: Ella ora incansablemente por ti.
Evidentemente, hacía 20 años que la hermana rezaba, ofrecía sus trabajos del convento, a veces desagradables, y sacrificaba su hora diaria de adoración eucarística, para que el Corazón de Jesús los hiciera llegar a quien Él así lo dispusiera.




Al Cielo le agrada la santidad silenciosa y discreta, que se consume en el amor a Dios y al prójimo, que ama en fidelidad y obediencia y sirve en silencio y en paz, de esa oración nacen las verdaderas vocaciones al sacerdocio.



Por Germán Mazuelo-Leytón. Extractado de: http://infocatolica.Com/blog/contracorr.php/1304180208-el-secreto-de-un-obispo

lunes, 26 de octubre de 2015

Juguemos a desoxidar neuronas...

La señora Sofía tiene un hijo en cada una de las siguientes universidades: Córdoba, Rosario y Tucumán. Cada uno estudia carreras diferentes: Abogacía, Filosofía y Medicina.
Juan no está en Córdoba; David no está en Rosario. El que está en Córdoba no estudia Abogacía. El que está en Rosario estudia Filosofía. David no estudia Medicina.

¿Qué estudia Tomás y dónde estudia?