jueves, 14 de diciembre de 2017

Ateos, abortistas, budistas y homosexuales: conversiones de hoy.


Se hace gran eco de que el cristianismo está a la baja. Se hace pensar que creer es cosa de gente retrógrada o estancada en el pasado.


Se hace gran eco de que el cristianismo está a la baja. Se hace pensar que creer es cosa de gente retrógrada o estancada en el pasado. A la religión se le suele poner la objeción de que carece de razones, de que priva de la libertad… Nada más lejano de la realidad. Hoy por hoy los casos de gente que a través de la fe le dan un feliz giro a su vida siguen sucediéndose.
Las conversiones siempre han interpelado a la humanidad; quizá sea ese el motivo por el que algunos periódicos, canales de televisión, sitios de Internet y programas de radio les dediquen pocos espacios. Allá ellos. Lo cierto es que las conversiones están a la orden del día; siguen siendo una constante en la historia; una línea invariable que hunde sus raíces en la aparición del cristianismo y que se alarga hasta nuestro presente.

El hijo de la atea radical
Tres casos que impactaron en su momento a la sociedad han sido los de William “Bill” Murria, Francis Beckwith y Norma McCorvey.
El primero es hijo de Madelyn Murria O´Hare, militante y atea radical asesinada en 1995, quien consiguió que las cortes de Estados Unidos suspendieran las oraciones en las escuelas públicas. William lidera hoy la Coalición por la libertad religiosa y ha sido uno de los críticos más sonados de la labor de su propia madre.
Francis Beckwith fue hasta hace poco el presidente de la Sociedad Teológica Evangélica, cargo al que renunció para regresar al seno de la Iglesia en la que creció: la católica. El camino de regreso de Beckwith comenzó tras leer a los Padrs de la Iglesia y constatar “que la Iglesia primitiva es más católica que protestante y que la visión católica de la justificación, correctamente comprendida, es bíblica e históricamente defendible”. Una conversión, podríamos decir, de cariz intelectual.
Norma McCorvey: el caso que legalizó el aborto, hoy es pro vida
El caso de Norma McCorvey no deja de llamar la atención: hace 34 años su caso sirvió para legalizar el aborto en Estados Unidos. Embarazada en 1970, inventó haber sido violada por una banda de pandilleros. Mientras se litigaba su caso ante la Corte Suprema nació su bebé que luego fue dado en adopción. De la triste experiencia como empleada en una clínica abortista y ante la maternidad de otra de sus hijas halló una luz que le llevaría al inicio del camino de conversión.
En 1987 salió a la luz la verdad. No había sido violada, conocía al padre de su primer bebé y, posteriormente, en 1998, se convirtió al catolicismo:
"Sí, ahora soy claramente pro vida y católica cien por ciento y si una mujer me dice que va abortar le diría que hablara con su corazón y su sacerdote; después, que busque a una mujer que ya haya abortado y que le pregunte qué tal le fue".
Ahora está volcada a ayudar en el movimiento pro-vida.
"Trato con muchas mujeres que han abortado y que ahora conocen al Señor y se han convertido. Todas me dicen lo mismo desde hace varios años: Norma, si hubiéramos sabido ahora lo que sabemos ahora, nunca habríamos abortado", ha declarado recientemente.

De novicio budista a religioso camilo
Ahí está también el caso de Nidal Ranatunga, ex principiante de monje budista y ahora primer sacerdote srilankés de la Orden de san Camilo. Atraído por la belleza del perdón y la alegría de servir a los demás emprendió su camino hacia el cristianismo. Su andar fue sencillo: quinto de seis hermanos nació en una familia budista pobre.
Tras la muerte de su padre fue acogido para el servicio doméstico por una familia católica ya que su madre no podía mantenerlo. Ahí comenzaría su deseo de hacerse monje budista pero por curiosidad empieza a ir a escondidas a la parroquia y después de algún tiempo, como el mismo declaró a la agencia “Asia News”, “me encontré, con estupor, rezando a la Virgen”.
Tras cinco años volvió a su hogar y, tras seis meses de catequesis, fue bautizado. La vocación fue un paso natural. Llegó a Italia en 1992 y en san Giovanni Rotondo conoció a los religiosos de la orden de san Camilo. En 1994 ingresó en esa Orden y fue hecho sacerdote en 2004. Ahora es el padre Maximiliano Ranatunga y trabaja como uno de los seis capellanes del hospital san Camilo en Roma además de atender a la comunidad de cingaleses que viven en esa ciudad.

Homosexuales escritores
Quizá el caso más conocido sea el del famoso escritor Oscar Wilde (autor, entre otros grandes libros, de “El retrato de Dorian Gray”). Pero hay otro que vale la pena rescatar y recordar: el del también escritor, aunque éste italiano, Pier Giorgio Tondelli.
Pier Giorgio, declaradamente homosexual, aunque ya converso hacia el final de su vida, dijo que la castidad “es una virtud mística para todos aquellos que la han elegido, y quizá el uso más sobrehumano de la sexualidad […] quien ama a la vida no es el libertino sino el monje, porque este último busca el absoluto”.
Pocos días antes de fallecer dejo unas notas conmovedoras que reflejaban el discurso hacia el que se decantó su vida: “Sólo salva el Amor, la fe y la recaída de la Gracia”.

Científicos valientes
El “gremio” de los científicos tampoco ha dejado de tener sus representantes. Ciertamente el profesor Lejeune, figura emblemática del científico comprometido en la defensa y respeto a la vida, no fue un converso. Sin embargo su testimonio de vida bien nos hace recordar que gracias a ejemplos como el suyo es que se pueden dar las conversiones de otros.
El profesor Jerónimo Lejeune fue quien descubrió el gen de la trisonomía 21 causante del síndrome de down. Profesor de genética, consejero científico, ferviente católico, primer presidente de la Pontificia Academia para la vida y, de no ser por su postura antiabortista, casi premio Nobel, fue ninguneado por quienes vieron en él a un opositor al aborto.

Giros de 180 grados: intelectuales, escritores, religiosos, ateos…
Hay más casos que por espacio no podemos abordar uno a uno. A continuación hacemos un breve repaso por algunos países que tanto en el siglo XIX como en el XX conocieron una estela de conversiones aún hoy recordadas. En el caso judío, si bien no todas fueron conversiones al catolicismo (sobre todo al protestantismo, casos que van desde el del filósofo Max Scheler, pasando por la mediocridad del poeta Heine o la familia Wittgenstein, hasta Edmund Husserl), sí hubo algunas realmente significativas y profundas por la radicalidad de aceptación de la nueva fe abrazada.
Los judíos son la veta más pequeña pero los hubo. Nombres como los de Eugenio Zolli, ex gran rabino de la sinagoga de Roma, Jean Maria Lustiger, actual cardenal emérito de París, Novak o el ex “rey del aborto”, Bernard Nathanson, son populares.

Clásicos franceses
En el ambiente francés son célebres las conversiones de grandes hombres como el luego P. Lacordaire (a quien va unida la reforma de los dominicos en Francia y una intensa actividad apostólica) o la de poetas, pensadores, novelistas y dramaturgos del calibre de Charles Peguy, Paul Claudel, Jacques y Raissa Maritain, Gabriel Marcel, Max Jacob, Leon Bloy, Charles du Bos, Jean Cocteau, Huysmans, Julián Green… o de científicos como Alexis Carrel y Pierre Lecomte; militares como Carlos de Foucault; teólogos como Louis Brouyer y escritores como André Frossard.

Una oleada inglesa
En Inglaterra el apellido por antonomasia es el del otrora cardenal Newman. A él se le unen nombres como el del historiador Charles Dawson o de escritores como G. K. Chesterton (cuya causa de beatificación ha sido introducida) y C.S. Lewis (éste último sólo abrazaría el anglicanismo). Los clérigos intelectuales, filósofos, novelista y actores que migraron del anglicanismo al catolicismo son numerosos: Robert Hugh Benson, Ronald Knox, Graham Green, Muriel Spark, Gerard Manley Hopkins, Edith Sitwell y Sir Alec Guinnes; o qué decir de Frederic Copleston, hecho incluso jesuíta, y Thomas S. Eliot quien se acerca al anglicanismo.

Pensadores alemanes, españoles e italianos
En el contexto alemán suenan los nombres de Eric Peterson y Heinrich Schlier, dos profesores luteranos de Sagrada Escritura integrados luego en la Iglesia católica. De la escuela fenomenológica de mediados del siglo pasado se dieron dos integraciones al catolicismo, Edith Stein y Von Hildebrand, y una doble al cristianismo luterano, el matrimonio Reinach.
Del mundo de la literatura proceden Gertrud von Le Font, el novelista Alfred Doblin, el de premio nobel Ernst Junger o el autor del libro entrevista al entonces cardenal Joseph Ratzinger, “Dios y el mundo”, Peter Seewald.
En el mundo hispano los nombres no dejan de sernos familiares y, si cabe, más cercanos: Juan Donoso Cortés, Manuel García Morente (luego ordenado sacerdote), Carmen Laforet, Ernestina de Champourcin (convertida durante su exilio en México) y Ramiro de Maeztu.
En Italia destacan las conversiones del escritor Vittorio Messori, la del empresario Leonardo Mondadori, la de la princesa Alessandra Borghese, la de la novelista Susanna Tamaro o la del vaticanista de la prensa laica Domenico del Rio quien había abandonado el sacerdocio y recuperó la fe por el testimonio de Juan Pabo II.

Los católicos en el mundo
La artimaña de atacar al catolicismo desprestigiándolo es una técnica más del milenario intento de hacerla sucumbir por intereses diversos. Sin embargo la búsqueda de hacerla aparecer como algo anticuado y propio de civilizaciones y culturas atrasadas no ha logrado medrar el ánimo de quienes se acercan con pureza de intención a ella. Ciertamente no es el mero encuentro con una institución humana; es, ante todo, el encuentro con el Dios vivo y personal que sale al encuentro. Un Dios que sólo existe en el cristianismo porque es el único Dios verdadero.
Según el anuario presentado por la Oficina Central de Estadística de la Iglesia, editado por la Librería Editrice Vaticana, los católicos aumentaron de 1,045 millones en 2000 a 1,115 millones en 2005 (17,28% de la población mundial). Y el aumento no ha sido a golpe de espada, metralla o imposiciones legislativas (al revés, incluso pese a ellas).
El catolicismo sigue atrayendo por la verdad que entraña, defiende, promueve y trata de transmitir a quienes están abiertos a conocerla. Los que se han abierto, a través de un proceso intelectual o con la sencillez propia de los niños, han cambiado sus vidas, se han convertido, pues ante la Verdad uno no puede permanecer indiferente y no se da otra consecuencia lógica que la del sucumbir con docilidad.

Fuente:  http://www.forumlibertas.com/ateos-abortistas-budistas-y-homosexuales-conversiones-de-hoy/

jueves, 30 de noviembre de 2017

Charles de Foucauld


Beato Charles de Foucauld

Misionero del Sahara

Beato Charles de Foucauld
Beato Charles De Foucauld
«Apóstol de los tuaregs, este Hermano universal de origen aristocrático, que se convirtió siendo adulto, se dejó literalmente la vida en su misión. A él se debe la proliferación de numerosas fundaciones asentadas en su espiritualidad»
Este «misionero del Sahara», apóstol de los tuaregs, nació en Strassbourg, Francia, el 15 de septiembre de 1858. Su origen aristocrático –fue vizconde de Foucauld– inicialmente no le otorgó a su carácter la distinción que cabría esperar en alguien de su alcurnia. Él y su hermana María perdieron a sus padres. Charles tenía 6 años. Creció junto a ella bajo la tutela de su abuelo, encaminándose a la vida militar. Antes había estudiado con los jesuitas, pero en los tres años que estuvo con ellos no parece que sus enseñanzas hicieran mella en su espíritu. Desde sus 16 años vivía alejado de la fe. Como el hijo pródigo, dilapidó la copiosa herencia que le legaron tiñendo su existencia con las sombras de ese ambiente licencioso al que se asomó.
Fue en 1878 cuando se integró en el ejército y dos años más tarde convertido en oficial prestó sus primeros servicios en Sétif, Argelia. Dios no existía entonces para él. Otros intereses mundanos llamaban su atención y al año siguiente su mala conducta supuso su expulsión. A partir de ese momento tuvo una vida ajetreada. Se convirtió en explorador, aunque a la par sondeaba, inquiría íntimamente una respuesta espiritual que, todavía difusa, le inquietaba.
Participó en la revuelta de Bon Mama en Orán del Sur, estudio árabe y hebreo, y en 1883 inició una expedición a Marruecos por la que fue condecorado con la medalla de oro de la Sociedad Geográfica; recorrió Argelia y Túnez. Fue un viaje que preparó su espíritu para ser fecundado por la gracia divina ya que al ver cómo vivían su fe los musulmanes, brotó de su interior esta ardiente súplica: «Dios mío, si existes, haz que te conozca». Esta sinceridad y apertura fueron suficientes para que penetrase la luz divina en su corazón a raudales. En octubre de 1886 cuando se hallaba en París preparando el texto sobre su viaje por Marruecos, inició su itinerario espiritual llevado de la mano del padre Huvelin. Obedeciendo sus indicaciones, se confesó, pese a declararse no creyente, y se sintió totalmente renovado: «Tan pronto como creí que había un Dios, comprendí que no podía hacer otra cosa sino vivir para El; mi vocación religiosa es del mismo momento que mi fe: Dios es tan grande».
Durante siete años la Trapa fue su hogar. Primeramente pasó uno en la casa de Nuestra Señora de las Nieves, en Francia, y de allí, a petición suya vivió otros seis en la que tenían en Akbés, Siria. Impactado por la experiencia, pero sin terminar de encajar allí totalmente, regresó a Roma para cursar estudios por indicación de sus superiores, pero en 1896 abandonó la comunidad trapense y peregrinó a Tierra Santa. Allí permaneció un tiempo asistiendo a las hermanas clarisas en Nazareth. Fue otro momento importante para su vida espiritual que recorrió impregnándose de la pobreza que hallaba encerrada en estos matices: «No tenemos una pobreza convencional, sino la pobreza de los pobres. La pobreza que, en la vida escondida, no vive de dones ni de limosnas ni de rentas, sino sólo del trabajo manual».
Después de una profunda experiencia casi eremítica, saboreando la riqueza de la contemplación, regresó a Francia donde prosiguió los estudios que en 1901 culminaron con su ordenación sacerdotal en Viviers. Tenía 43 años y una idea apostólica tan clara que no dudó en materializarla: la evangelización de Marruecos. Al no poder residir en el país, como hubiera sido su deseo, se afincó lo más cerca posible, en Beni-Abbés, Argelia. Ya tenía clavada esta convicción: «Haré el bien en la medida en que sea santo». El espíritu de sacrificio, la pobreza, el desvelo por los enfermos y los más necesitados se había convertido en el objetivo prioritario de su vida que había encendido con sus largas horas de adoración ante la Eucaristía: «La Eucaristía es Dios con nosotros, es Dios en nosotros, es Dios que se da perennemente a nosotros, para amar, adorar, abrazar y poseer». Sabía por experiencia y así lo expresó que «cuanto más se ama, mejor se ora».
Emulando a los mercedarios, liberó esclavos en 1902, y entre 1904 y 1905 se estableció en Tamanrasset junto al pueblo tuaregs del Hoggar argelino. Parecía como si tuviese la impresión de que debía apurar el tiempo. Tabajó con denuedo en una formidable labor de inculturación, primeramente traduciendo al tuareg los evangelios, labor que continuó a la inversa, traduciendo al francés poesía tuareg. Es autor de un diccionario bilingüe francés-tuareg y tuareg-francés, de una gramática y de varias obras sobre esta tribu nómada. Este era su anhelo: «Yo quisiera ser lo bastante bueno para que ellos digan: ‘Si tal es el servidor, ¿como entonces será el Maestro…’?».
En 1909 puso en marcha la Unión de Hermanos y Hermanas del Sagrado Corazón con el objetivo de llevar la fe a África. En los once años que convivió con los tuaregs se hizo uno con ellos sin escatimar esfuerzos, con el gozo de saber que de ese modo cumplía fielmente la misión a la que se sintió llamado por Cristo. Amó al pueblo hasta el fin, y allí entregó su vida. El 1 de diciembre de 1916 una bala de fusil en medio de una emboscada bereber acabó con este gran apóstol que fue beatificado por Benedicto XVI el 13 de noviembre de 2005.
El influjo de su espiritualidad se halla en diversas instituciones: los Hermanitos y las Hermanitas de Jesús, las Hermanitas y los Hermanitos del Evangelio, las Hermanitas de Nazaret, las Hermanitas del Sagrado Corazón, la Fraternidad Jesús Caritas, y la Fraternidad Charles de Foucauld.
Fuente: www.zenit.org30/11/2017

martes, 28 de noviembre de 2017

Lo único necesario

Cuando está en tierra, el marinero blasfema y se emborracha. Pero llega el día en que se embarca, y en el momento de la despedida, una novia o una hermana le cuelga al cuello la medalla de la Virgen, y cuando el viento sopla, él la tiene presente. La tempestad le dice con su terrible voz hasta qué punto es insuficiente la habilidad del capitán, y las frentes se descubren en medio de la maniobra.
Entre las ocupaciones más materiales, el más material de todos los peligros le ha recordado la más espiritual, la más mística de todas las necesidades, la necesidad de la oración. El marinero, que en ciertos momentos bebía y juraba, se encuentra ahora de acuerdo con un carmelita que está en oración a mil leguas de allí.
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Tempestad- Ivan Aivazovsky (Rusia, 1848)



Ernesto Hello (1943) "La sola cosa necesaria", en El sigloBuenos Aires: Difusión.

martes, 21 de noviembre de 2017

Súplica por nuestros marinos



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Stella Maris


Ruega por nosotros los pobres que vamos
en débiles barcas en busca del pan,
y por los amores que en tierra dejamos,
Señora del mar.

Ruega por las pobres mujeres que esperan
la vuelta de aquellos que partieron ya;
no dejes que nunca sus amores mueran,
Señora del mar.

Ruega por las almas de los que se ahogaron,
de los que se fueron con la tempestad,
por los corazones que los esperaron,
Señora del mar.

Ruega por los niños que están en la cuna,
ruega por los hijos que un día vendrán
e irán a tus olas a buscar fortuna,
Señora del mar.

Ruega por las barcas en que al mar partimos
y que acaso un día no regresarán;
con tu amor soñamos; por tu fe vivimos,
Señora del mar.

Ruega por los rudos y blandos abuelos
cuyos viejos troncos dobló el huracán,
ruega por nosotros, Reina de los Cielos,
Señora del mar.


Héctor Pedro Blomberg

viernes, 17 de noviembre de 2017

André Frossard, ateo irreductible: “Dentro de dos minutos seré cristiano”




estonios
Resultado de imagen para andré frossard conversiónAndré Frossard (1915- 1995), hijo del primer secretario general del Partido Comunista francés, fue educado en el socialismo y en un ateísmo absoluto. Su familia pensaba que la discusión religiosa era algo superado por la razón. Se consideraban, además, ateos perfectos, ya que ni se planteaban la pregunta sobre la existencia de Dios. En esta postura ideológica es cuando vive la extraordinaria experiencia que él mismo explicaría después en un libro del que selecciono y sintetizo algunos fragmentos.
A una primera narración de las circunstancias que preceden al hecho en sí, su espera en la calle de un compañero que ha entrado por una pequeña puerta a una capilla, añade una exposición pormenorizada de su estado anímico en aquellos momentos: “¿Cuáles son mis pensamientos? No me acuerdo. Vagos, como de costumbre... ¿Mi estado interior?... sin ninguna de esas perturbaciones que, según se pretende, disponen al misticismo (...) No tengo angustias metafísicas (...) No tengo preocupaciones, no las causo a los demás... el año es tranquilo... ninguna ansiedad... Mi salud es buena; soy feliz, tanto como se puede ser y saberse... y espero. En fin, no siento curiosidad alguna por las cosas de la religión...” Relato al que sigue una frase que a mí, personalmente, me emociona y estremece cada vez que la leo por ser quien es el que la pronuncia, alguien que se acaba de describir a sí mismo, hace solo unos segundos, como un ateo absolutamente desprovisto de inquietudes hacia la fe. Alguien a quien, sin embargo, va a sucederle esto:
Son las cinco y diez. Dentro de dos minutos seré cristiano.”
Impactante frase que precede a la descripción del espectacular hecho, de la impresionante experiencia que va a cambiar su vida. Algo que trastoca su existencia en cuestión de sólo esos “dos minutos” que él mismo nos acaba de especificar. Definiéndose como un “ateo tranquilo”, se cansa de esperar a su amigo, que tarda más de lo previsto en aparecer. Movido por una especie de curiosidad artística hacia el edificio en sí, entra en la capilla y una vez cruzado el umbral de la puertecita que le da acceso se detiene e intenta reconocer a su amigo entre las personas arrodilladas que se encuentran allí. Y examina el lugar...“Mi mirada pasa de la sombra a la luz, vuelve a la concurrencia sin traer ningún pensamiento, va de los fieles a las religiosas inmóviles, de las religiosas al altar: luego, ignoro por qué, se fija en el segundo cirio que arde a la izquierda de la cruz. No el primero, ni el tercero, el segundo. Entonces se desencadena, bruscamente, la serie de prodigios cuya inexorable violencia va a desmantelar en un instante el ser absurdo que soy y va a traer al mundo, deslumbrado, el niño que jamás he sido”.
A partir de ahí Frossard detalla, con palabras que se le quedan escasas ante tal experiencia, o -para usar su misma expresión- que le resultan “huidizas”, la sucesión de extraordinarias vivencias que como en un alud imparable sacuden su alma: “No digo que el cielo se abre; no se abre, se eleva, se alza de pronto... ¿Cómo describirlo con estas palabras huidizas, que me niegan sus servicios y amenazan con interceptar mis pensamientos para depositarlos en el almacén de las quimeras? El pintor a quien fuera dado entrever colores desconocidos, ¿con qué los pintaría?
Resultado de imagen para andré frossard conversiónA pesar del alto grado de estupefacción en que se halla Frossard en aquellos momentos, acierta a describir, como puede y con vehementes palabras, lo que está viviendo… habla sobre todo de una luz indescriptible, que podría destruirle si alcanzara un nivel más, transparente y densa a la vez…Luego se centra en describir la divina realidad que se le evidencia:
“Él es la realidad, él es la verdad, la veo desde la ribera oscura donde aún estoy retenido. Hay un orden en el universo, y en su vértice, más allá de este velo de bruma resplandeciente, la evidencia de Dios; la evidencia hecha presencia y la evidencia hecha persona de Aquel mismo a quien yo habría negado un momento antes, a quien los cristianos llaman Padre nuestro... Su irrupción desplegada, plenaria, se acompaña de una alegría que no es sino la exultación del salvado, la alegría del náufrago recogido a tiempo...”.
Más adelante concreta que todo ello acontece justo en un momento de su vida en que:    “...me encontraba en cualquier otro camino y pensaba en cualquier otra cosa cuando caí en una especie de emboscada: este libro no cuenta cómo he llegado al catolicismo, sino cómo no iba a él cuando en él me encontré”. (Fragmentos del libro “Dios existe. Yo me lo encontré” de André Frossard)
Es uno de entre los muchos testimonios de personas que, de golpe y sin pretenderlo, reciben esa iluminación que les lleva al convencimiento total y repentino de que Dios existe, algo que hasta aquel momento habían negado rotundamente. En el caso de André Frossard nos encontramos ante un hecho realmente espectacular por la forma de manifestarse esa conversión, súbita e inesperada, y por los extraordinarios sentimientos que generó en él. Nada más y nada menos que la Fe.
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Fuente: http://www.larespuesta.net/frossard.htm

miércoles, 15 de noviembre de 2017

Cruda realidad / Ateos: el fracaso de anunciar la buena nueva de que no hay buena nueva

Una Convención Global de Ateos iba a celebrar su tercera edición con figuras como Richard Dawkins o Salman Rushdie, y ha tenido que suspenderse. No hay quorum, ni demanda. ¿Por qué si todo el día estamos echando pestes de Dios?

  
No se le oculta a nadie que nuestro mundo avanza hacia la descristianización a velocidad de crucero.
Subrayo ‘nuestro’ y no ‘el’, porque es muy fácil que caigamos en el ‘efecto pecera’ y pensemos que este rinconcito cada vez más irrelevante que es Occidente equivale al planeta entero, y no: en números totales, la Iglesia Católica, por ejemplo, sigue creciendo cada año.
Pero quienes se dejan seducir por la vida muelle de Occidente y sus mantras anticristianos repetidos desde todos los ángulos no suelen hacerlo para constituir una nueva religión sin Dios.
Su ‘ateísmo’, si queremos llamarlo así, es para buen número de ellos de todo punto práctico, casi un olvido más que una conclusión, y no suele general un espíritu muy evangélico.
Una Convención Global de Ateos iba a celebrar su tercera edición en Melbourne con rutilantes estrellas del universo sindiós como Richard Dawkins, Ben Goldacre o Salman Rushdie, y ha tenido que suspenderse, a la tercera va la vencida, porque no había manera de llenar aquello. Que no había público. Que los ateos no mostraban el suficiente interés.
No puedo decir que me sorprenda. Nunca he entendido el espíritu evangélico que anima a tantos ateos en las redes sociales y en la vida corriente.
Nunca he entendido ese prurito de reunirse y montar congresos y seminarios para extender la buena nueva de que no hay buena nueva, de que somos azarosas estructuras atómicas sin nada especial, no distintas ontológicamente de una piedra, sin un fin concreto, surgidas por mera casualidad y que acabarán teniendo el mismo destino que todo lo demás: la nada.
Creo que casi cualquier católico maduro conoce el ateísmo, en el sentido no solo de que vive marinado en un entorno abiertamente hostil, sino también de que las dudas de fe son habituales en los hombres de fe.
Así, estoy convencida de que un creyente entiende mejor a un ateo que al contrario.
Supongamos que usted llega a la triste conclusión de que el universo no tiene sentido ni finalidad, y que somos “como verduras de las eras”. ¿Qué sentido puede tener reunirse para comunicar semejante ‘bajón’?
¿En qué esperas mejorar a la humanidad diciéndole que su vida carece de sentido, que es fruto del ciego azar, que su destino es la eterna nada? ¿Cuál creen que sería el comportamiento de toda una sociedad que piense así, cuáles serían sus incentivos?
No sé qué se responderá esta gente, pero entiendo que no llenen ni un autobús en sus tenidas. No veo nada animante, apetecible, interesante en todo el asunto.
Hace ya algunos años se abrió, creo que en Estados Unidos, patria de toda rareza social, un templo ateo. Sus organizadores querían diseñar una liturgia, definir días de fiesta, proponer figuras a modo de santos del ateísmo como modelos o precursores. No les envidio la parroquia, la verdad.
Sencillamente, la nada no es muy atractiva. Y, desde luego, siempre he pensado que si algún día perdiera la fe, lo último que querría en este mundo es reunirme con otros en las mismas circunstancias para celebrar lo que no creo, ir a la ‘iglesia’ -aunque no se llame así- o participar en rituales absolutamente vacíos.
Si alguna ventaja tiene ser incrédulo, digo yo, es librarse para siempre de todo clericalismo, no cambiar uno con sentido por otro sin sentido alguno.
Una parte importante de los ateos que conozco lo viven como una desgracia. Y en casi todos es algo en lo que no les apetece regodearse, menos aún celebrar.
Fuente: Extractado de Actuall, 15/11/2017


lunes, 13 de noviembre de 2017

De ateo convencido a científico creyente



“No me he convertido en cristiano negando la ciencia sino gracias a ella”
Günter Bechly, represaliado tras renunciar a su ateísmo. “Soy un cristiano católico y me opongo firmemente al ateísmo, el materialismo, el naturalismo y el cientifismo”, afirma este reconocido paleontólogo que trabaja en favor de la teoría del Diseño Inteligente.

Resultado de imagen para Günter Bechly“Soy un científico alemán, cristiano católico y me opongo firmemente al ateísmo, el materialismo, el naturalismo y el cientifismo. No he llegado a ser cristiano a pesar de ser un científico, sino por eso. […] Soy escéptico de la teoría neodarwinsta de la macroevolución y apoyo la teoría del Diseño Inteligente por razones puramente científicas”.
De esta forma se define el científico y reconocido paleontólogo alemán Günter Bechly, miembro del Centro de Ciencia y Cultura del Discovery Institute, quien fue represaliado tras renunciar a su ateísmo
Nacido y formado en una familia secular y agnóstica, hasta los 30 años a Bechly (ocho especies de insectos llevan su nombre) solo le interesaba “la naturaleza y las ciencias naturales”, completamente ajeno a la experiencia de Dios, recuerda.

Del ateísmo…
Sin embargo, en 2009 sucedió algo que le cambió la vida y, de la mano de la ciencia, llegó su conversión. Ese año fue invitado por el Museo de Historia Natural de Stuttgart, en Alemania, a celebrar el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin organizando una relevante exposición titulada: ‘Der Fluss des Lebens. 150 Jahre Evolutionstheorie’ (‘El flujo de la vida. 150 años desde la Teoría de la Evolución’), según una información publicada recientemente en Portaluz.
El propósito de Bechly en esa exposición era conseguir que los visitantes rechazaran los argumentos del Diseño Inteligente y el Creacionismo, confrontados a la teoría de la evolución. Es decir que salieran de la exposición debilitados en la fe en un Dios Creador y la verdad revelada.
De esta manera, el científico se propuso presentar con rigurosidad la mejor literatura al respecto al mismo tiempo que la obra principal de Darwin, El Origen de las Especies, junto a una pedagógica maqueta que validaba sus ideas.
Cabe recordar que Bechly era admirador de Richard Dawkins, científico que ha calificado la fe en Dios como “delirio” y al creacionismo como “falsedad ridícula y que causa estupidez”.

…a la conversión de la mano de la ciencia
Sin embargo, cuenta este paleontólogo que, cuando tuvo en sus manos los libros de varios defensores del Creacionismo, una literatura que consideraba despreciable, para su sorpresa se dio cuenta de que los argumentos que presentaban no eran frágiles ni alejados de un adecuado raciocinio, como presuponía.
De esta manera, pronto confirmaría que “los dogmáticos no están exclusivamente en el lado religioso, sino también muy fuertemente en el lado de los materialistas y biólogos evolutivos, quienes definitivamente evitan transparentar la discusión”, como denunciaba posteriormente en un vídeo (original en alemán) donde Bechly testimonia su conversión de ateo materialista a creyente en Dios, nacida en aquel año de la mano precisamente de la ciencia.

Tal como le ocurrió al leer aquellos libros sobre el Creacionismo, en el vídeo advierte de que “esto no sonará tan religioso, sino más bien expresa argumentos científicos”.
Los partidarios del evolucionismo, dice Günter, no daban respuesta o estas eran insuficientes a las interrogantes que comenzó a plantear. ¿Cómo iba a ser posible para los seres vivos dar pasos evolutivos gigantescos en períodos de tiempo muy cortos? les interpelaba.
Matemáticamente, estos períodos no podían conciliarse con los postulados de la genética evolutiva. Otro punto crucial de su crítica estaba centrado en que no existen hallazgos fósiles de supuestas especies de transición entre los grupos que evolutivamente descenderían unos de otros.
Represalias por seguir las huellas del Creador
Después hacer pública su conversión y críticas, llegaron las represalias: Bechly fue forzado a presentar la renuncia al cargo que tenía en el Museo de Historia Natural de Stuttgart, aunque ese hecho no detuvo su proceso de conversión a Cristo, sino que le motivó a seguir compartiendo el diálogo fe-ciencia en el que creía firmemente.
No me he convertido en cristiano negando la ciencia sino gracias a ella. Mi conversión se basó exclusivamente en una evaluación crítica de datos empíricos y argumentos filosóficos, siguiendo la evidencia”, insiste.
Soy escéptico de la teoría darwiniana de la evolución y apoyo la teoría del Diseño Inteligente por razones puramente científicas y metafísicas… Estoy convencido de que el diseñador inteligente es Dios”, concluye.

 13 NOVIEMBRE, 2017


jueves, 2 de noviembre de 2017

Contra el desaliento

Una vez convencidos que todo viene de Dios, nos inmunizamos definitivamente contra el desaliento. Si, en efecto, sin la unión con Jesucristo por la fe y el amor nada podemos, con ellas podremos todo cuanto Dios exige de nosotros.
"Todo lo puedo, exclamaba San Pablo, en Aquel que me conforta." (Fil 4, 13)
Nuestra unión con Cristo se compadece bien, no con el pecado -especialmente el deliberado o habitual, incluso el venial- sino con nuestras debilidades, miserias y faltas de pura fragilidad. "Dios conoce la arcilla de que hemos sido formados" (S 102, 14). Él sabe que "el espíritu está dispuesto, pero la carne es flaca" (Mt 26, 41).
No nos abatamos, pues, ante los desfallecimientos, no nos espanten las tentaciones; para esto tenemos indicado el último instrumento: "No desesperar nunca de la misericordia divina". Si hubiéremos empleado mal los otros instrumentos, no soltemos de la mano "nunca" éste. El demonio se complace en arrastrarnos en nuestra vida espiritual a la tristeza y al desfallecimiento, cierto de que un alma contagiada de tristeza abandona y con gran detrimento propio, la práctica de las buenas obras.
Si aparece tal movimiento en nuestro corazón, estemos seguros de que proviene del demonio o de nuestro orgullo, y de que, siguiéndolo, escuchamos al demonio, hábil en servirse de nuestro orgullo. ¿Podrá jamás proceder de Dios un sentimiento de desconfianza, de desesperación? "Nunca".
Aunque hubiésemos caído en pecados graves, o permaneciésemos mucho tiempo infieles a Dios, el Espíritu Santo ciertamente nos movería a penitencia y expiación; San Benito nos exhorta a "llorar los pecados de la vida pasada y a enmendarlos" (Regla, Cap 4), pero nos excita además a la esperanza y a la confianza en Dios "rico en misericordia" (Ef 2, 4).
¿Desconfiar? ¿Desfallecer? ¿Desesperar? Nunca jamás. Mientras vivimos en este mundo no debemos perder la confianza, puesto que las satisfacciones y méritos de Cristo son infinitos, y el Padre Celestial se complace en derramar sobre Él los tesoros de gracia y santidad que ha destinado para las almas, y estos tesoros son inagotables; y el mismo Jesús "siempre intercede por nosotros cerca de su Padre" (Hbr 7, 25). Nuestra fuerza está en Él, no en nosotros: "Todo lo puedo en Aquel que me conforta".
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Dom Columba Marmion, Jesucristo, ideal del monje, Ed. Litúrgica Española, Barcelona, 1949, pp. 174-175.