martes, 7 de marzo de 2017

¿Qué enseñan?

“Maestro luchando, también está enseñando”

He visto esa leyenda en pancartas de la movilización docente del 6 de marzo de 2017, día en que debían comenzar las clases en la Argentina, y en muchos lugares, -no todos- los docentes hicieron huelga.
Pero es muy cierto lo que plantea. Tan verdadero, que debemos reflexionarlo a fondo.
Toda persona enseña con lo que dice, más con lo que hace y más aún con lo que es.
Cuando esa persona es un referente personal o social –es el caso de los padres, maestros u otros significativos para el niño- lo que enseña se graba en la mente y en el corazón de modo muy profundo.
Todo lo que hemos aprendido en la vida, desde caminar erguido y las primeras palabras, hasta los más sofisticados razonamientos y descubrimientos científicos, ha sido a través de una lectura: lectura de lenguaje oral o escrito, lectura de gestos, de imágenes, de actitudes, de hechos de la realidad. Gracias a que hemos tenido esa mediación, podemos sostener los logros de la civilización y avanzar un paso más.
Un modo notable de aprendizaje, es el que se da por imitación: esencial en el niño, pero que no desaparece en el adulto. Es el que da una tónica, un “color” determinado a un grupo social, a sus modos de hablar y conducirse. Es el que impone modas, tanto en el vestir como en las conductas. Pero también es el que inspira emulaciones, tanto para el bien, como para el mal.
Vuelvo a la frase del comienzo: admitido y subrayado que ese maestro en huelga enseña. Ahora bien, ¿qué enseña?

Enseña que hay que luchar. ¿Lucha por la verdad que niegan o mutilan las ideologías? ¿Por la justicia conculcada cuando se pervierte a los niños y jóvenes? ¿Por la vida humana? ¿Por la concordia social? No: lucha por el salario. Ya sabemos que cada vez que un sindicato gana esa pulseada, termina significando inflación, o sea, más pobreza para los pobres, menos capacidad de ahorro, mayor inestabilidad. Una huelga por el salario ha de llevar indefectiblemente a otra, porque ése es el ciclo. Entonces, más que luchar por el bienestar, lucha por la desestabilidad, por la lucha continua.

Enseña que la lucha debe ser masiva. ¿Ha analizado las consecuencias reales de su actitud? ¿Ésta es fruto de convicciones personales o está siendo masivamente arrastrado? Pareciera que se pliega a la voluntad de los dirigentes sindicales, aun cuando éstos demuestren poca o nula moralidad en sus actos públicos o privados, aun cuando quede bastante claro que las motivaciones exceden el campo propio y derivan a la política general, aun cuando no queda claro dónde terminará el conflicto desatado.

Enseña que no importa a quién se perjudique. Hay que alcanzar fines sin que importen los medios. Cuando un sindicato obrero convoca a una huelga, el objetivo es presionar al empresariado mediante el perjuicio principalmente económico que se le inflige. Aquí se trata de algo bien distinto, pues la niñez, los alumnos, los perjudicados, no son los patronos. Pero al actuar de este modo, entre otras cosas, se proletariza al magisterio, un claro objetivo marxista.

Enseña el lenguaje de la fuerza, pues la huelga es medida de fuerza. Donde se aplica la fuerza no hay pensamiento, no hay diálogo, no hay capacidad de comprensión, de empatía, de ponerse en el lugar del otro, de mirar el bien general de la sociedad. La fuerza tiende a reducir al otro a una cosa, tanto que puede llegar a convertirlo en cadáver. ¿Es raro que luego sean los mismos maestros agredidos por padres y hasta por alumnos? ¿Es raro que aparezca la violencia entre los niños, desde el insulto, la pelea, la burla hasta llegar al bullying?

Prof. M. G. de J. Ianantuoni