jueves, 7 de septiembre de 2017

Escritura cursiva y neurociencias

Los efectos sobre el cerebro de escribir en cursiva
Una de las primeras cosas que aprendimos cuando nosotros, los adultos, íbamos a la escuela era cómo escribir el abecedario en letras mayúsculas y minúsculas y, luego, cómo escribir palabras, oraciones, párrafos y ensayos a mano. Algunos de nosotros tuvimos la suerte de tener clases de caligrafía donde aprendíamos cómo lograr que nuestra escritura sea linda y legible. Actualmente, la escritura en el teclado está de moda y los Estándares Educativos en EE.UU. ya no requieren que los estudiantes de la primaria aprendan a escribir en letra cursiva. Es más, algunas escuelas rechazan dicha enseñanza ya que la consideran una “habilidad del pasado”.[1]
Según Zaner-Bloser Inc., una de las editoriales del país especializadas en la escritura manuscrita, la enseñanza de escritura manuscrita en las escuelas primarias supone poco más de una hora semanal. La escritura en letra cursiva no se enseña generalmente después del tercer grado (yo tenía clases de caligrafía en 7º grado; a lo mejor es una coincidencia, pero fue en 7º grado cuando mágicamente pasé de ser un estudiante mediocre a uno excepcional).
Sin embargo, los científicos están descubriendo que el aprendizaje de la letra cursiva es una herramienta crucial para el desarrollo cognitivo, particularmente para entrenar el cerebro desde el punto de vista de la “especialización por áreas del cerebro”[2], es decir, del rendimiento óptimo. Mediante el aprendizaje de la escritura en cursiva, el cerebro desarrolla una especialización por áreas que integra la sensación, el control del movimiento y el razonamiento. A diferencia de la escritura en el teclado y la práctica visual, según estudios de tomografías del cerebro, diversas áreas del cerebro se coactivan durante el aprendizaje de la escritura en cursiva.
Existe un beneficio externo para la habilidad de razonamiento que se emplea en la lectura y escritura. Para escribir con una letra cursiva legible se necesita un cierto nivel de control de motricidad fina sobre los dedos. Los alumnos deben prestar atención y pensar qué están haciendo y cómo lo están haciendo. Tienen que practicar. Estudios con tomografías cerebrales revelan que la cursiva activa áreas del cerebro que no están involucradas cuando se escribe en el teclado.
En general, muchos de los beneficios de escribir a mano derivan simplemente de la mecánica de trazar letras. Durante un estudio realizado en la Universidad de Indiana y que se publicará este año[3], investigadores analizaron, mediante imágenes de resonancia magnética, a niños pre-alfabetizados de 5 años de edad antes y después de que fueran instruidos en el aprendizaje de la cursiva. En aquellos niños que habían practicado a mano la escritura, la actividad neuronal fue mucho más destacada y similar a la de los adultos que en aquellos niños que simplemente observaron las letras. El “circuito de lectura” en el cerebro, el circuito de áreas asociadas que se activan durante la lectura, se activó al trazar la escritura manuscrita, no así al escribir sobre el teclado. De la misma manera, esta investigación demostró que escribir letras en un contexto significativo, contrapuesto al de sólo dibujarlas, activa de forma más sólida diversas áreas en los dos hemisferios.
Al aprender la escritura manuscrita, incluso si se trata de la escritura en mayúsculas, el cerebro de un niño deberá:
·         Distinguir cada trazo respecto a otros.
·      Aprender y memorizar el tamaño adecuado, oblicuidad de la forma global y la característica detallada de los rasgos de cada letra.
·         Desarrollar habilidades de categorización.
La escritura en letra cursiva trae consigo aún más beneficios que la escritura en mayúsculas, ya que los movimientos son más difíciles, las letras menos estereotipadas y la necesidad del reconocimiento visual crea una mayor variedad de formas de representar las letras. Además, la letra cursiva es más rápida y más atractiva para los estudiantes ya que les da un mayor sentido de estilo personal y pertenencia.
Otro estudio destacó la relación exclusiva que existe entre la mano y el cerebro a la hora de pensar y tener ideas. Virginia Berninger, una profesora de la Universidad de Washington, dio a conocer su estudio sobre niños en primer, segundo, cuarto y sexto grado, en el cual revelaba que los niños que escribían más palabras, más rápidamente y expresaban mejor las ideas cuando escribían ensayos a mano que cuando lo hacían sobre un teclado.[4]
Existe todo un campo de investigación conocido como “háptica” que comprende las interacciones del tacto, movimientos de la mano y funciones del cerebro.[5] La escritura en letra cursiva ayuda a entrenar el cerebro con el fin de integrar la información visual y táctica así como también la habilidad motora fina. Se está volviendo una obsesión para los sistemas educativos, a cargo de ideólogos desinformados y de instrucciones federales, evaluar conocimientos a costa del entrenamiento de niños para desarrollar una mejor capacidad de adquirir conocimientos.
Los beneficios para el desarrollo cerebral son similares a lo que se obtiene cuando se aprende a tocar un instrumento musical. No todos pueden pagar clases de música pero todos tienen acceso al lápiz y al papel. No todos pueden comprar un ordenador a sus hijos (a lo mejor estos niños no son tan desafortunados como creemos).
No nos desanimemos. El 23 de enero, algunas escuelas en EE.UU. celebran el “Día nacional de la escritura manuscrita”. La letra cursiva aún sigue viva. Es necesario que los padres insistan en que se siga enseñando en las escuelas.
 Resultado de imagen para escribir a mano
[1]Slape, L. “Cursive Giving Way to Other Pursuits as Educators Debate Its Value.” The Daily News, 4 defeb, 2012. http://tdn.com/news/local/cursive-giving-way-to-other-pursuits-as…
[2] James, Karin H. an Atwood, Thea P. (2009).The role of sensorimotor learning in the perception of letter-like forms: Tracking the causes of neural specialization for letters. Cognitive Neuropsychology.26 (1), 91-100.
[3] James, K.H. and Engelhardt, L. (2013). The effects of handwriting experience on functional brain development in pre-literate children. Trends in Neuroscience and Education.Article in press.
[4]Berninger, V. “Evidence-Based, Developmentally Appropriate Writing Skills K–5: Teaching the Orthographic Loop of Working Memory to Write Letters So Developing Writers Can Spell Words and Express Ideas.” Presented at Handwriting in the 21st Century?: An Educational Summit, Washington, D.C., 23 de enero, 2012.
[5]Mangen, A., and Velay, J. –L. (2010). Digitizing literacy: reflections on the haptics of writing.In Advances in Haptics, edited by M. H. Zadeh.http://www.intechopen.com/books/advances-in-haptics/digitizing-li….

Fuente: http://zolani.es/los-efectos-de-escribir-en-letra-cursiva-sobre-el-cerebro/ (las negritas son nuestras- MGdeJ)

lunes, 4 de septiembre de 2017

La admiración


Por R. P. Alfredo Sáenz, S. J.

Resultado de imagen para Paisajes maravillososLa admiración se opone en particular a una cierta superficialidad que a veces parece afectar a nuestras facultades espirituales, y por consiguiente a la indiferencia o a la rutina que son su consecuencia.
“Assueta vilescunt”, dice un viejo adagio, las cosas reiteradas se envilecen. La capacidad de admiración supone siempre “ojos nuevos”, una nueva y original mirada sobre el objeto o la persona que asombra. Como ojos nuevos necesitaron los apóstoles para poder contemplar al Cristo transfigurado. La admiración tiene que ver, pues, con la inteligencia, que se extasía ante la verdad, al percibir su carácter inefable, pero también influye en la voluntad, excitando el amor, según aquello que decía San Francisco de Sales, es a saber: que “el amor hace fácilmente admirar y la admiración amar”
E incluso inspira al sentimiento, suscitando la poesía. De ahí lo que afirmaba San Tomás: “El motivo por el que el filósofo se asemeja al poeta es porque los dos tienen que habérselas con lo maravilloso”.
La admiración, que impregna los actos más importantes de la vida religiosa, como la adoración, la alabanza, la reparación, la acción de gracias, es un eco de la inefabilidad del misterio. Por eso la liturgia, escuela de admiración, incluye, si bien la extrema sobriedad, algunas expresiones de asombro, según puede observarse en las antífonas del Oficio Divino llamadas en O, que preparan la Navidad: O Sapientia, O admirabile commercium, etc., así como en el lírico texto del Exsultet o pregón pascual: O mira circa nos tuae pietatis dignatio (¡oh admirable dignación de tu piedad para con nosotros!).
Asimismo la Escritura, leída con espíritu sapiencial, suscita inevitablemente el impulso admirativo. Cuando Bossuet, en sus “Elevaciones sobre los misterios”, comenta el prólogo del evangelio de San Juan, aquel apóstol al que la tradición llamó “el águila de Patmos”, deja trasuntar la admiración que se despierta en su alma, culminando en una especie de éxtasis literario: “Ay, me pierdo, no puedo más, no puedo decir sino Amén… ¡Qué silencio, qué admiración, qué asombro!”.
Por algo el P. Alvarez de Paz eximio escritor espiritual, unía inextricablemente la admiración con el silencio.
La admiración entra incluso en los grados más elevados de vida espiritual, particularmente en la contemplación. “La primera y suprema contemplación —dejó escrito San Bernardo— es admiración de la majestad”. Requiere un corazón purificado que fácilmente se eleve a lo superior”. Para Ricardo de San Victor el paso de la meditación a la contemplación se opera por un acto de admiración prolongada; más aún, la admiración impregna la misma contemplación y en cierta forma la abre al éxtasis: “Por meditación el alma se eleva a la contemplación, por la contemplación a la admiración, por la admiración al éxtasis”.
Santa Teresa, en su descripción de los estados místicos; refiere varias veces a la admiración. Allí afirma que el asombro del alma, tras haberse ido acrecentando incesantemente, acaba por apaciguarse en una especie de acostumbramiento, no ciertamente de índole rutinaria, sino de carácter superior, de familiaridad con los esplendores divinos, propio del estado de matrimonio espiritual.