jueves, 27 de agosto de 2015

San Agustín: Maestro de maestros


El Padre más grande de la Iglesia latina, san Agustín: hombre de pasión y de fe, de altísima inteligencia y de incansable solicitud pastoral. Este gran santo y doctor de la Iglesia dejó una huella profundísima en la vida cultural de Occidente y de todo el mundo.
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San Agustín ejerció una influencia enorme y podría afirmarse que todos los caminos de la literatura latina cristiana llevan a Hipona (hoy Anaba, en la costa de Argelia), y que de esta ciudad del África romana, de la que san Agustín fue obispo desde el año 395 hasta su muerte, en el año 430, parten muchas otras sendas del cristianismo sucesivo y de la misma cultura occidental.
Pocas veces una civilización ha encontrado un espíritu tan grande, capaz de acoger sus valores y de exaltar su riqueza intrínseca.
Las Confesiones, su extraordinaria autobiografía espiritual es su obra más famosa. Por su atención a la interioridad y a la psicología, constituye un modelo único en la literatura, incluida la no religiosa, hasta la modernidad. Esta atención a la vida espiritual, al misterio del yo, al misterio de Dios que se esconde en el yo, permanece para siempre, como una "cumbre" espiritual.

San Agustín nació en Tagaste, en el África romana, el 13 de noviembre del año 354. Era hijo de Patricio, un pagano que después fue catecúmeno, y de Mónica, cristiana fervorosa. Esta mujer apasionada, venerada como santa, ejerció en su hijo una enorme influencia y lo educó en la fe cristiana. Aunque fascinado por la figura de Jesucristo, se alejó cada vez más de la fe y de la práctica eclesial, como sucede también hoy a muchos jóvenes.
Cuando Agustín leyó el Hortensius, obra de Cicerón que después se perdió, ese texto despertó su amor por la sabiduría.
Image result for san agustínNo quería vivir sin Dios; buscaba una religión que respondiera a su deseo de verdad... De esta manera, cayó en la red de los maniqueos, que se presentaban como cristianos y prometían una religión totalmente racional. Afirmaban que el mundo se divide en dos principios: el bien y el mal. Se hizo maniqueo, convencido de que había encontrado la síntesis entre racionalidad, búsqueda de la verdad y amor a Jesucristo. Y sacó también una ventaja concreta para su vida. Adherirse a esa religión, que contaba con muchas personalidades influyentes, le permitía seguir su relación con una mujer y progresar en su carrera. De esa mujer tuvo un hijo, Adeodato, al que quería mucho, muy inteligente, que después estaría presente en su preparación para el bautismo junto al lago de Como, participando en los Diálogos que san Agustín nos dejó. Por desgracia, el muchacho falleció prematuramente.
Alrededor de sus veinte años, fue profesor de gramática y pronto se convirtió en un brillante y famoso maestro de retórica. Con el paso del tiempo, comenzó a alejarse de la fe de los maniqueos, que le decepcionaron precisamente desde el punto de vista intelectual, pues eran incapaces de resolver sus dudas; se trasladó a Roma y después a Milán, donde residía entonces la corte imperial y donde había obtenido un puesto de prestigio. 
En Milán, Agustín adquirió la costumbre de escuchar, al inicio con el fin de enriquecer su bagaje retórico, las bellísimas predicaciones del obispo san Ambrosio. El retórico africano quedó fascinado por la palabra del gran prelado milanés; y no sólo por su retórica. Sobre todo el contenido fue tocando cada vez más su corazón.



La conversión al cristianismo, el 15 de agosto del año 386, llegó al final de un largo y agitado camino interior. Se trasladó al campo, al norte de Milán, junto al lago de Como, con su madre Mónica, su hijo y un pequeño grupo de amigos, para prepararse al bautismo. Así, a los 32 años, Agustín fue bautizado por san Ambrosio el 24 de abril del año 387, durante la Vigilia pascual, en la catedral de Milán.
Después del bautismo, san Agustín decidió regresar a África con sus amigos, con la idea de llevar vida en común, al estilo monástico. Pero en Ostia, mientras esperaba para embarcarse, su madre enfermó y poco más tarde murió, destrozando el corazón de su hijo.
Tras regresar a su patria, se estableció en Hipona para fundar allí un monasterio. En esa ciudad fue ordenado presbítero en el año 391 y comenzó con algunos compañeros la vida monástica, repartiendo su tiempo entre la oración, el estudio y la predicación. Quería dedicarse sólo al servicio de la verdad; no se sentía llamado a la vida pastoral, pero después comprendió que la llamada de Dios significaba ser pastor entre los demás y así ofrecerles el don de la verdad. 
En Hipona, cuatro años después, fue consagrado obispo, y lo fue ejemplar por su incansable compromiso pastoral:  predicaba varias veces a la semana a sus fieles, ayudaba a los pobres y a los huérfanos, cuidaba la formación del clero y la organización de monasterios femeninos y masculinos.
Image result for san agustínEn poco tiempo, el antiguo retórico se convirtió en uno de los exponentes más importantes del cristianismo de esa época:  muy activo en el gobierno de su diócesis, también con notables implicaciones civiles, en sus más de 35 años de episcopado, influyó notablemente en la Iglesia del África romana y en el cristianismo de su tiempo, afrontando herejías tenaces y disgregadoras, como el maniqueísmo y el pelagianismo, que ponían en peligro la fe cristiana en el Dios único y rico en misericordia.

Se encomendó a Dios cada día, hasta el final de su vida:  afectado por la fiebre mientras la ciudad de Hipona se encontraba asediada desde hacía casi tres meses por los vándalos invasores, como cuenta su amigo Posidio, el obispo pidió que le transcribieran con letras grandes los salmos penitenciales "y pidió que colgaran las hojas en la pared de enfrente, de manera que desde la cama, durante su enfermedad, los podía ver y leer, y lloraba intensamente sin interrupción" Así pasaron los últimos días de su vida.  Falleció el 28 de agosto del año 430, sin haber cumplido los 76 años. 

En sus escritos lo «encontramos vivo». Cuando leo los escritos de san Agustín no tengo la impresión de que se trate de un hombre que murió hace más o menos mil seiscientos años, sino que lo siento como un hombre de hoy: un amigo, un contemporáneo que me habla, que habla con su fe lozana y actual.  


Fuente: Benedicto XVI. Audiencias de los Miércoles 9 y 23 de enero de 2008. (Extractos)

Para pensar y responder

 Hipotetiza, hipotetizador... 


¿Quién dijo que...


"Una disputa es magistral en las escuelas, no porque rechace el error, sino porque instruye a los oyentes para inducirlos a la inteligencia de la verdad que pretende; entonces es necesario dotarse de razones que investigan la raíz de la verdad y que hacen saber cómo es verdadero lo que se dice. Por el contrario, si el maestro determina la cuestión solamente con el procedimiento de autoridades, ciertamente el auditor podrá certificar que es así, pero no adquiere ninguna ciencia ni inteligencia, y se irá vacío."

¿En qué te basas para afirmarlo?


martes, 25 de agosto de 2015

Protector de las escuelas argentinas

Resultado de imagen para san josé de calasanzSan José de Calasanz, el fundador de la primera escuela popular cristiana de Europa y de los Padres Escolapios, nació en 1557, en Peralta de la Sal (Aragón, España). Dios preparó en la persona de Calasanz a un mediador para enriquecer a su Iglesia con un nuevo don carismático. Le concedió dones naturales y el ambiente de una familia que le facilitó una excelente y larga formación cristiana y cultural.

Dios Le llamó al sacerdocio, cuyo ministerio ejerció en diversas misiones curiales y pastorales. Nueve años después de ser ordenado sacerdote, partió hacia Roma, donde caminando por el barrio más pobre de la ciudad se conmovió frente a la miseria en la que vivían los jóvenes y niños del lugar. En este marco surge su vocación. Escuchó la voz del Señor, que le dijo: "José, entrégate a los pobres. Enseña a estos niños y cuida de ellos”.


Este Santo es el Protector de las escuelas argentinas, declarado por la Ley Nacional Nº 24.978 del 8 de julio de 1998 que declara y reconoce a San José de Calasanz, “protector de las escuelas primarias y secundarias del Estado y establecimientos de enseñanza incorporados” a la enseñanza oficial. Dicha Ley manda que “los días veinticinco de agosto de cada año, fecha en que se conmemora la muerte de este ilustre precursor, se realizarán actos en las escuelas precitadas, con la presencia de alumnos, en los que se pondrá de manifiesto la obra pedagógica realizada por este fundador y los beneficios sociales alcanzados con la instrucción y educación popular”.