martes, 20 de septiembre de 2016

EL IDEAL

“Cada civilización ofrece una visión propia del hombre, por la cual puede ser juzgada.  Así las civilizaciones del pasado tuvieron sus aristocracias en quienes se encarnaba un determinado ideal humano. Nos sería, por ejemplo, imposible entender la civilización griega sin conocer el ideal del kalós-kagathós, el bello-bueno, que es su flor; así como no captaríamos la civilización medieval si nada supiéramos del santo, del caballero, del hidalgo; ni de la civilización anglosajona sin recordar al gentleman, ni la civilización japonesa obviando la figura del samurai. Todas las grandes civilizaciones han resaltado un cierto tipo de hombre, un modelo humano que quizás nunca o casi nunca se concretó del todo ni existió de hecho siempre, pero cuyo atractivo resultaba fascinante, suscitando el esfuerzo de todos aquellos sobre los cuales se irradiaba, particularmente en los estamentos dirigentes.” […]

“En este tiempo, donde el trabajo ha perdido su sentido humanizante, la gente no busca sino el placer. Es lo propio de las épocas decadentes. La búsqueda omnímoda e insaciable del placer se convierte en una necesidad inconsciente, análoga al uso de estupefacientes para el drogadicto. El sufrimiento aparece con todas las características de un agresor, carente totalmente de significación.”


Fuente: Sáenz, Alfredo (1998) El hombre moderno. Buenos Aires: Gladius. p. 109 y 119.