miércoles, 1 de febrero de 2017

En el día de los religiosos

HERMANA FLORENTINA MANZUR, FIC.
+ 2 de febrero de 1999

Dios la llenó de dones: padres cristianos de una familia plena, formadores de sus hijos en la sabiduría y la nobleza.
Tuvo un natural talento para intuir, razonar y comprender, y una voluntad férrea templada en la fragua del deber.
Casi niña, el Señor, enamorándola, tocó su corazón, y ella a los catorce conquistó el permiso para entrar en religión.
Desde el primer día quiso dar el todo por el todo, ofrendarse al Señor en cuerpo y alma, tener por entregarse su tesoro.
Como joyas de su  pobreza lució la alianza del Crucificado en el dedo, y la medalla de la Inmaculada sobre el pecho.
Por hijos de su castidad tuvo generaciones enteras que le agradecen su alta exigencia y su ternura materna.
Por corona de su obediencia llevó la luz de una promesa cumplida sin conocer renuncias, ni cansancios, ni treguas.
Amó la verdad hasta el dolor, sin permitirse jamás pactar con la maldad, la falsedad o el error.

Ya mira a Dios cara a cara, y desde su dicha sin fin, nos muestra el camino angosto que lleva a la vida feliz.

MGdeJ