viernes, 17 de julio de 2015

Educación y libertad


Si la educación ha de ser educación de la libertad, en la libertad y para la libertad, es fundamental tener en cuenta que no puede haber verdadera libertad si el hombre no es radicalmente sanado y transformado por la gracia y el organismo de hábitos sobrenaturales.
 Fuentes, M. A.(2007) "Educar los afectos", p. 233.

lunes, 13 de julio de 2015

Algunas vistas de la fiesta del día de la Bandera

 Desfile de alumnos del Instituto Isabel La Católica en sus cuatro niveles...
  Desfile de alumnos del Instituto Alfredo Bufano en sus cuatro niveles... más el CENS y las Aulas Satélite
 Al fondo, derecha, el edificio destinado a primaria del Bufano. A la izquierda, el SUM.
 Los abanderados de cada Instituto, Nivel y Sección.
Parte del predio, visto desde el edificio donde funcionan los niveles Secundario y Terciario.

Historias de vida...



De exitoso abogado de bancos en EE.UU. a educador en Buenos Aires e iconógrafo en Ciudad del Este, Paraguay

Para Roberto Helguera dibujar siempre fue fácil. Sus cuadernos están llenos de garabatos. Es rara la reunión en la que no quede plasmada al margen de sus notas la imagen de algún participante, o detalles de sus zapatos, los muebles, o la sala. De chico, en el colegio Cardenal Newman en Buenos Aires, competía en concursos de dibujo adonde los premios eran lápices, gomas y reglas contribuidas por los concursantes para el ganador. Cuando cambió de colegio en secundaria para tener tiempo por las tardes, se inscribió y llegó a completar la mitad del curso de artista de historietas en la escuela Garaycochea de Dibujo. Allí conoció a artistas famosos como José Luis Salinas, Mordillo y al mismo Garaycochea y se enamoró de la historieta seria como medio de comunicación. La idea de usarla para el bien y para educar nació allí. Por eso hoy, cuando contempla los muros de la Parroquia Espíritu Santo, en el Área 4 de Ciudad del Este, no se asombra del poder de sus iconos para transmitir la Fe.
Sin embargo, entre hoy y la secundaria ha pasado mucho tiempo. Por esas cosas de la vida, a los 18 años de edad, luego de ganar una beca de estudios, Roberto terminó su secundaria en Nuevo México, EE.UU. para luego seguir con artes liberales, filosofía y teología en California en Thomas Aquinas College. Por no saber qué otra cosa hacer, continuó sus estudios en la facultad de derecho y terminó como abogado en Nueva York. Todo un éxito. Un sueño cumplido. ¿Un sueño cumplido?
Todo lo contrario: “La vida de abogado en Estados Unidos es cruel” recuerda. “No había tiempo para nada que no fuera el trabajo. Fuera de visitar excelentes museos, mi arte quedó relegado al último lugar.” Por eso ya casado y con hijos decidió mudarse de Nueva York a la pequeña pero activa ciudad de Austin en el estado de Texas en el sur norteamericano. Allí se gestaba una joven industria de compañías dedicadas a Internet y la alta tecnología. “Parecía que el resto de mi vida pasaría allí, entre jóvenes entrepreneurs y amigos abogados.”  Pero la vida en el sur de Estados Unidos es mucho más familiar y tranquila que la de la Gran Manzana, incluso para los abogados. Fue allí donde descubrió el mundo de los íconos. “Yo ya había retomado mis clases de arte como hobby para relajarme después de trabajar, pero escribir un icono fue para mí toda una experiencia nueva, que me requirió paciencia y humildad como pocas veces en mi vida” comenta Roberto.
Es que en la iconografía, el artista deja de lado su toque personal para seguir pautas probadas por siglos de experiencia. El pincel idealmente ni siquiera llega a tocar la tabla, sino que se dice que “esparce los pigmentos de la témpera” simplemente, dentro de un marco predeterminado. El iconógrafo sigue pacientemente los pasos probados de sucesivas capas de luz y color para llegar en unas 50 horas de trabajo a terminar un icono pequeño. El nivel de detalles es alto, y como todo tiene su significado, es poca la variación y libertad de expresión que uno tiene dentro de un diseño. Esto es bueno, pero al mismo tiempo frustrante para la personalidad del artista que puja por salir a flote. He ahí la humildad del iconógrafo, se dice, que debe desaparecer para que aparezca el Espíritu Santo. “Durante el proceso uno se frustra, se autocontrola, obedece, y finalmente se vence,” dice Roberto. Muchas veces el icono toma direcciones que uno no esperaba. El resultado es, contrario a lo esperado, liberador a un nivel profundo. No es raro que aquellos que escriben iconos seguido no sientan ganas de volver a pintar lo profano como antes.
“No sé si fue por esta clase de iconografía o porque en general estaba frustrado con mi vida de abogado, pero fue por esa época cuando comencé a entretener la idea de volver a Buenos Aires para hacer algo por Argentina. Pero con la situación del país, ¿qué podría yo hacer para ganarme la vida? Mi educación en filosofía y teología me agradaba más que mis estudios de derecho, pero ¿cómo ganarme la vida con eso?” pregunta. “Así es que un día decidí encomendarme especialmente a Jesús, y le dije: o me decís en voz alta qué hacer o me quedo acá en EE.UU. para siempre.”   No pasaron 12 horas antes de recibir un llamado de Argentina. “Con ánimo de repatriarte, se nos ocurrió…” le comentaba un amigo en común con el P. Carlos Urrutigoity, vicario de la Diócesis de Ciudad del Este, mientras que le proponía un proyecto educativo en Buenos Aires alrededor de las artes liberales.  De allí la vida se aceleró rápidamente: de Houston a Buenos Aires como director del proyecto educativo para chicos de edades primarias y secundarias, y de allí a ayudar al P. Carlos, primero con temas de educación para los seminaristas, y por qué no, con temas de iconografía.
En el 2010 el P. Carlos comenzó el proyecto de cubrir los muros de la parroquia del Espíritu Santo en el Área 4 de Ciudad del Este y para ello sumó varios artistas, algunos con experiencia y otros con ganas de aprender. A Roberto lo entusiasmó con el tema por aquella época, durante una visita al colegio en Buenos Aires. “Por un lado me entusiasmaba la idea de dirigir a los chicos, pero por el otro me sentía totalmente inadecuado, porque nunca había pintado murales como éstos y ellos sí” dice Roberto. La confianza del P. Carlos y la curiosidad pudieron más y, gracias a la generosidad de muchos en Argentina y Paraguay, en el 2013 se embarcó para Ciudad del Este con el afán de ayudar a los artistas locales, en su mayoría seminaristas, a completar los dos últimos murales de la parroquia a los costados del altar mayor. El resto, como dicen, es historia y se puede ver.


Fuente: eventos.diocesiscde.info/de-exitoso-abogado-de-bancos-en-ee-uu-a-educ...