Sacerdote consagrado a la educación de
los pobres; fundador de las primeras escuelas gratuitas. Pío XII lo designó
patrón de las escuelas públicas cristianas.
Este Santo es el Protector de
las escuelas argentinas, declarado por la Ley Nacional Nº 24.978 del 8 de julio de
1998 que reconoce a San José de Calasanz, “protector de las escuelas primarias
y secundarias del Estado y establecimientos de enseñanza incorporados” a la enseñanza oficial. Dicha Ley manda que “los días veinticinco de
agosto de cada año, fecha en que se conmemora la muerte de este ilustre
precursor, se realizarán actos en las escuelas precitadas, con la presencia de
alumnos, en los que se pondrá de manifiesto la obra pedagógica realizada por
este fundador y los beneficios sociales alcanzados con la instrucción y
educación popular”.
Procuremos vivir unidos a Cristo y agradarle sólo a Él.
De los
escritos de San José de Calasanz, presbítero
Nadie ignora
la gran dignidad y mérito que tiene el ministerio de instruir a los niños,
principalmente a los pobres, ayudándolos así a conseguir la vida eterna. En
efecto, la solicitud por instruirlos, principalmente en la piedad y en la
doctrina cristiana, redunda en bien de sus cuerpos y de sus almas, y, por esto,
los que a ello se dedican ejercen una función muy parecida a la de sus ángeles
custodios.
Además,
es una gran ayuda para que los adolescentes, de cualquier género o condición,
se aparten del mal y se sientan suavemente atraídos e impulsados a la práctica
del bien. La experiencia demuestra que, con esta ayuda, los adolescentes llegan
a mejorar de tal modo su conducta, que ya no parecen los mismos de antes.
Mientras son adolescentes, son como retoños de plantas que su educador puede
inclinar en la dirección que le plazca, mientras que, si se espera a que
endurezcan, ya sabemos la gran dificultad o, a veces, la total imposibilidad
que supone doblegarlos.
La
adecuada educación de los niños, principalmente de los pobres, no sólo
contribuye al aumento de su dignidad humana, sino que es algo que merece la
aprobación de todos los miembros de la sociedad civil y cristiana: de los
padres, que son los primeros en alegrarse de que sus hijos sean conducidos por
el buen camino; de los gobernantes, que obtienen así unos súbditos honrados y
unos buenos ciudadanos; y, sobre todo, de la Iglesia, ya que son introducidos
de un modo más eficaz en su multiforme manera de vivir y de obrar, como
seguidores de Cristo y testigos del Evangelio.
Los
que se comprometen a ejercer con la máxima solicitud esta misión educadora han
de estar dotados de una gran caridad, de una paciencia sin límites y, sobre
todo, de una profunda humildad, para que así sean hallados dignos de que el
Señor, si se lo piden con humilde afecto, los haga idóneos cooperadores de la
verdad, los fortalezca en el cumplimiento de este nobilísimo oficio y les dé
finalmente el premio celestial, según aquellas palabras de la Escritura: Los
que enseñaron a muchos la justicia brillarán como las estrellas, por toda la
eternidad.
Todo
esto conseguirán más fácilmente si, fieles a su compromiso perpetuo de
servicio, procuran vivir unidos a Cristo y agradarle sólo a él, ya que él ha
dicho: Cada que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos,
conmigo lo hicisteis.
Oración
Señor, Dios nuestro, que has enriquecido
a san José de Calasanz con la caridad y la paciencia, para que pudiera
entregarse sin descanso a la formación humana y cristiana de los niños, concédenos,
te rogamos, imitar en su servicio a la verdad al que veneramos hoy como maestro
de sabiduría. Por nuestro Señor Jesucristo.