1-¿En qué consiste la formación humanística?
La formación humanística se distingue esencialmente por estar al servicio del ser humano, de su plenitud y felicidad. Se diferencia radicalmente de cualquier propuesta que ponga al hombre en función del Estado, de la sociedad, de la producción y el lucro, o cualquier otro fin que no sea el bien del hombre.
Históricamente tenemos un modelo
atractivo en la paideia griega, que
buscaba la areté, la virtud en todas
las dimensiones de la naturaleza humana, con un sentido de equilibrio,
proporción y belleza. Sócrates pone una clave al sostener la necesidad del
conocimiento de sí, y da, con su muerte ejemplar, la heroica lección sobre
obedecer a Dios antes que a los hombres.
Ya con Platón y Aristóteles queda
establecido lo que será el núcleo curricular de estudios: el trivium y el
cuadrivium, consagrados por la cultura cristiana como la base de todo estudio,
y en particular de los estudios universitarios.
El trivium: Gramática, Lógica y
Retórica, o sea: estudio de los hechos, las cosas y sus nombres; la reflexión
sobre los mismos; la expresión sabia y su aplicación. El trivium provee las
herramientas –desde las elementales a las más sofisticadas- del pensamiento y
del discurso. Hoy estas disciplinas se revalorizan desde las investigaciones de
la psicología cognitiva, del paradigma pedagógico de “aprender a aprender”, y
de las necesidades de la actividad política y publicitaria, todo ello más
centrado en el poder que encierra la palabra que en ponerla al servicio de la
verdad.
El cuadrivium: Aritmética, Geometría,
Astronomía y Música. De inspiración pitagórica, las cuatro disciplinas
matemáticas consideran el número y el espacio, ya en sí mismos, ya en
movimiento. Abarcan el estudio de la totalidad de la naturaleza -entendida como
cosmos, pues se trata siempre de ordenamientos- y de las artes humanas,
visualizando en cada totalidad su unidad y armonía.
Para lograr una plenitud armónica en
la persona, esta formación intelectual ha de ir acompañada por la formación del
carácter, a través del autoconocimiento y la práctica de las virtudes
cardinales, coronadas en el cristianismo por las sobrenaturales.
En orden a no caer en el enciclopedismo, primeramente hay que ver de
dónde surge, por qué y qué defectos conlleva.
El enciclopedismo ha sido uno de los
productos estrella de la Ilustración, intentando llenar con datos que abarcaran
toda la realidad, el vacío dejado por la negación de la metafísica, madre de
las ciencias, que investiga las causas primeras de todas las cosas. Por lo
tanto: se pierde el concepto de causalidad (al menos de causalidad primera) y
de las relaciones más profundas entre hechos, entes y conceptos. El objetivo es
el poder, el dominio, ya de la materia y las fuerzas de la naturaleza, ya del
ser humano, masificado intelectual y socialmente, desvinculado de las
sociedades intermedias, e inerme ante los poderes del Estado o del Capital, es
decir, esclavizado como fuerza de trabajo –físico o intelectual-. El no poder
comprender ni el mundo, ni la propia existencia, ni sus sentidos, sumerge al
hombre en la esfera de las necesidades animales y lo deja a merced del desorden
de sus pasiones. La excesiva especialización, sin una sólida formación
intelectual y moral que le sirva de norte y marco, hace del conocimiento el
arma más tremenda contra el hombre mismo.
Se superan sus defectos al recuperar
la visión metafísica, el sentido total de la realidad, la búsqueda humilde, honesta
y heroica de la verdad total: la verdad sobre el hombre, la historia y el
mundo. Se trata de obtener una cosmovisión cristiana.
Es necesario tener presente en toda
instancia que el fin de la educación debe subordinarse al fin del hombre,
natural y trascendente. Que aquel consiste en auxiliarlo para que
progresivamente vaya alcanzando la plenitud dinámica, ese conjunto de
cualidades estables que le permitan lograr, de modo recto y libre, aquellos
bienes individuales y comunes, naturales y sobrenaturales que plenifican su
naturaleza.
Hay que despabilar la cabeza y rectificar
el corazón, para tener personas libres y buenas, que vivan en paz consigo y con
los otros, y que alcancen la felicidad eterna.
3-¿Cómo hacer para que contribuya a que el alumno vaya construyendo su proyecto personal de vida?
3-¿Cómo hacer para que contribuya a que el alumno vaya construyendo su proyecto personal de vida?
Para que el alumno
vaya construyendo su proyecto personal de vida, hace falta al menos, trabajar
sobre estos aspectos:
-
Conocimiento del mundo y de su sentido.
-
Conocimiento de la historia y de su sentido.
-
Conocimiento de sí mismo y del sentido de su vida.
- Discernimiento frente a los errores e instinto de horror
hacia el mal.
- Descubrimiento de la vocación personal y compromiso con la
misión que entraña.
- Autodominio (posesión armónica de virtudes) para poder
realizar elecciones libres y ejecutarlas, trabajo sobre la voluntad. Sin
humildad, no se puede alcanzar la verdad, ni la propia ni la del mundo.
La tarea del niño es descubrir el mundo y situarse en él. Debe infundirle seguridad. Es importante que vaya encontrando a su paso el orden que sustenta todo y la belleza que encierra, pues el orden es constitutivo de todo lo bello; que aprenda a admirar y a contemplar. Que perciba el amor que envuelve la realidad. Que se perciba amado.
La tarea del adolescente es saberse, reconocerse, entender su interioridad, sus emociones, aprender a ser sí mismo. Debe infundirle una nueva seguridad: si sabía dónde estaba parado, ahora se trata de saber adónde va. Debe aprender a amarse a sí mismo para poder amar a los demás. Debe aprender a servir, a ser y a hacer lo que hace posible vivir en comunidad. El amor a sí mismo implica negaciones para ordenar la interioridad. Necesita -y le ayuda- tener y conocer ejemplos de vidas heroicas.
La tarea del joven es realizar ese proyecto, en acuerdo con los caminos y modos que le vaya señalando la Providencia. Y mientras haya algo importante, trascendente que realizar, más allá de la edad cronológica, la persona es psicológicamente joven. El motor es el amor, que le hará superar las dificultades internas y externas.
La tarea del adulto es ser fecundo, en trabajos, realizaciones, obras buenas, en hijos. Deben ser los frutos del amor, lo que presentaremos un día al Señor, la materia del último examen…
Hna. María Gloria de Jerusalén Ianantuoni
Charla en la Jornada Docente del Bachillerato Humanista Alfredo Bufano. San Rafael, Mendoza, 22/7/2015.
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