Cuentos
perversos para niños indefensos
La ideología de género se cuela en las
aulas españolas de manera un tanto subrepticia, pero cada vez más descarada.
Muchos padres ignoran el concepto de sexualidad y afectos que se está
imponiendo en España gracias a multitud de leyes ideológicas.
La ideología
de género se introduce en las aulas de los niños muy pequeños a través de
profesores completamente adoctrinados, docentes que consideran un derecho y un
deber educar a los menores al margen de sus padres en la nueva religión
totalitaria.
Y llevan
años haciéndolo aunque, poco a poco, las legislaciones ‘generistas’ oficializan
y legalizan de pleno derecho su ‘trabajo’ de manipulación, dejando a los
niños y a sus padres sin armas de defensa. No hay que olvidar que todas las
‘leyes de género’ presentan capítulos educativos que imponen estos contenidos.
Y esos
profesores disponen de muchos materiales para apoyar su labor y de muy poco
bagaje ético que frene, por respeto al menor, el adoctrinamiento de quienes
están a su cuidado.
Muchas veces
lo hacen por buenismo y por haber comprado las mentiras de un mundo, adulterado
con falsos datos, que consideran imperfecto y merecedor de ser cambiado a
través de las nuevas generaciones.
Esa bondad,
inmoral de base, que supone hacer prevalecer las propias creencias sobre las
ajenas, y que se ampara en una superioridad moral en absoluto justificada, ni
justificable, en ocasiones viene acompañada de una estupidez oceánica,
una falta de espíritu crítico preocupante, o una maldad interesada.
Cuando
cuento que el adoctrinamiento ‘contra la violencia de género’ (con la coletilla
‘y contra el amor romántico’) bajo ese objetivo expreso en principio loable,
sólo busca el enrarecimiento de las relaciones heterosexuales por
incomprensión, recelos y una visión negativa en todos los casos, hay gente que
no me comprende.
Cuando
explico que se hace una promoción tácita o expresa de otro tipo de relaciones
como solución y forma de evitar la tiranía varonil, hay gente que no me cree.
También les
resulta chocante cuando digo que discriminan al hombre presentándolo
como alguien de quien sólo se puede esperar tiranía y fracasos relacionales,
malvado absoluto en un mundo de maldades relativas que sólo desea relacionarse
con las mujeres para oprimirlas y que únicamente puede redimirse no
relacionándose afectivo-sexualmente con ellas.
Se hace
difícil aceptar que nuestros representantes públicos, nuestros inspectores,
nuestros respetados profesores… imbuidos en una moral estatal refrendada por
leyes y abultados presupuestos no consigan, ni lo busquen en realidad, evitar
las relaciones heterosexuales conflictivas para mayor felicidad de nuestros
menores, sino que no haya relaciones heterosexuales.
Y a veces no
resulta fácil que se entienda este doble objetivo, el tácito y real frente al
expreso o trampantojo de brillantes colores. El caballo de Troya que entra tras
las murallas sin levantar sospechas.
Quizá ayude
a algunos para entender a lo que me refiero este cuento que anda dando vueltas
desde 2009 y hasta ganó un premio, posiblemente otorgado por jueces con el
mismo sentido común que los que dieron el Nobel de Literatura a un cantante y
el de la Paz a un vendepatrias.
A dicho
cuento lo amparan, imponen y recomiendan todas las leyes que en los últimos diez
años, con especial abundancia desde hace dos, nos han promulgado políticos
de todos los pelajes que se pasan los derechos fundamentales por el forro de
sus inconfesables intereses.
Es posible
que haya padres a quienes este cuento les aparezca lleno de valores positivos,
acordes con su concepción del mundo y la educación que quieren dar a sus hijas
e hijos, pero deben entender que otros padres no queremos una visión de las
relaciones afectivas que no compartimos y que creemos falsa, manipulada e
interesada.
Una visión
de guerra de hombres contra mujeres, donde las mujeres, estúpidas, sin
criterio, incapaces de elecciones propias, fácilmente manipulables, no son
dueñas de su destino y hay que salvarlas con el aviso de su propia y connatural
imbecilidad.
Y a la vez
que se les avisa de su imbecilidad también se les avisa de la maldad
intrínseca del varón, egoísta, tiránico y del que hay que huir porque nunca,
nunca, nunca, va a hacerles felices… “Esperando que les pidan la mano
y les quiten la vida” dice una frase en la última hoja.
Dejo a su
criterio valorar la invitación subconsciente a otras relaciones, la ‘didáctica’
aparición de faltas de ortografía (‘cabió’, ‘auyan’, ‘diotria’ tildes que
sobran y que faltan…); el cambio de prozac por ‘otras hierbitas’; la reencarnación
y el karma; el gineceo paradisíaco donde la presencia masculina es
incidental y con papeles claros para que ninguno dude de dónde está su
residual y única intervención en el cuento…
Ay, la
presencia masculina…además de los príncipes tiránicos mayoritarios, Pinocho y
el hombre de hojalata, aparecen respectivamente como un mentiroso desorientado
o un colaboracionista con la ‘nueva masculinidad’ enseñando a llorar a los
varones… párvulos varones, lasciate ogni speranza. El
mensaje es claro. Ya se irá repitiendo a medida que crezcan. Y les aseguro que
se repite.
Este cuento
es para los muy pequeños. Con los mayores no se andan con tantos miramientos,
sobre todo si ya vienen ‘trabajados’ con estos textos desde los coles.
Dura lex, sed lex.
Dura lex, sed lex.
Las leyes se
van a aplicar, tarde o temprano, en toda su dureza. Porque el problema son las
leyes: leyes que amparan e imponen el adoctrinamiento, leyes que no garantizan
nuestros derechos fundamentales… y políticos que no nos protegen porque nos han
vendido por bastante más que treinta monedas de plata.
Fuente: Actuall,
26/11/2016.
No hay comentarios:
Publicar un comentario