martes, 28 de noviembre de 2017

Lo único necesario

Cuando está en tierra, el marinero blasfema y se emborracha. Pero llega el día en que se embarca, y en el momento de la despedida, una novia o una hermana le cuelga al cuello la medalla de la Virgen, y cuando el viento sopla, él la tiene presente. La tempestad le dice con su terrible voz hasta qué punto es insuficiente la habilidad del capitán, y las frentes se descubren en medio de la maniobra.
Entre las ocupaciones más materiales, el más material de todos los peligros le ha recordado la más espiritual, la más mística de todas las necesidades, la necesidad de la oración. El marinero, que en ciertos momentos bebía y juraba, se encuentra ahora de acuerdo con un carmelita que está en oración a mil leguas de allí.
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Tempestad- Ivan Aivazovsky (Rusia, 1848)



Ernesto Hello (1943) "La sola cosa necesaria", en El sigloBuenos Aires: Difusión.

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