Mirando el
rostro del síndrome de Down
Por su interés, reproducimos a continuación la
reflexión que hace J.D. Flynn, editor de Catholic News Agency y padre de dos
hijos con síndrome de Down, sobre el aumento de niños con esta discapacidad
víctimas del aborto
"La mejor
esperanza que tenemos para acabar con la propensión a abortar niños con
síndrome de Down es ayudar a la gente a superar sus miedos", afirma J.D.
Flynn
Antes de
conocer a mi hijo Max, nunca había estado con alguien que tuviera síndrome de
Down.
Recuerdo
que había un hombre con discapacidad en el pequeño pueblo donde crecí. Era
grande y, para un niño (al menos para mí) parecía peligroso. No respetaba los
límites personales y parecía que él miraba mal a la gente, especialmente a las
mujeres. Seguramente yo no lo comprendía, me asustaba. En ausencia de otras
experiencias, ese temor me marcó.
Antes de
conocer a mi hijo Max, tenía miedo de hablar con personas con discapacidad.
Dos de
mis hijos tienen síndrome de Down. Con frecuencia me maravillo de sus
compañeros de colegio que parecen no tenerles miedo. Max y Pia son distintos a
otros niños. Lo que dicen no se entiende con frecuencia. Juegan distinto y
aprenden distinto. Interrumpen y cantan en voz alta desafinados, y a veces
salen corriendo de la clase.
Pero sus
compañeros no parecen tener miedo. Saludan a mis hijos con abrazos y “choca
esos cinco” cada mañana en la escuela. Cuando conversan en los pasillos, los
niños mayores se esmeran al llamarlos en voz alta para saludarlos. Hay un niño
que regularmente busca el espacio para sentarse junto a Max. Los compañeros de
mis hijos los conocen, y al conocerlos, han llegado a amarlos.
Siendo
honesto, aún se me hace difícil conversar con adultos con discapacidad
intelectual a quienes no conozco bien. No sé por dónde comenzar. Su mundo es
diferente –ellos son diferentes– y su diferencialidad provoca, en muchos de
nosotros, cierto miedo.
Ese miedo
ha generado una gran discriminación en contra de las personas con discapacidad
intelectual. Ha llevado a su aislamiento e institucionalización. Los ha llevado
a la soledad y a muchos niños con síndrome de Down los ha llevado al aborto.
Los
promotores del aborto con frecuencia encubren su miedo con el idioma de la
compasión. Dicen que nadie debe vivir con los desafíos del síndrome de Down. Es
injusto e incluso no saludable para los padres que afrontan el peso de cuidar a
un niño con discapacidad, que los discapacitados tengan que ser apartados de
sus cortas, difíciles y dolorosas vidas. Al final, es el miedo a vivir con personas
que son muy distintas a nosotros lo que está disparando la tasa de abortos de
niños con síndrome de Down.
Entiendo
el miedo a la diferencialidad, pero desde la experiencia de mi propia familia,
también sé que esa familiaridad permitirá superar el miedo con amistad y,
eventualmente, con amor.
La mejor
esperanza que tenemos para acabar con la propensión a abortar niños con
síndrome de Down es ayudar a la gente a superar sus miedos.
Por eso
es tan desalentador que una organización como Down Syndrome Ireland haya
condenado el uso de imágenes de niños con síndrome de Down en campañas que se
oponen a la liberalización de las leyes del aborto en Irlanda.
La
institución llama “explotación” al hecho de mostrar los rostros de personas que
afrontan la erradicación eugenésica en buena parte del mundo desarrollado.
Estas campañas no son una explotación, son un clamor por ayuda.
Sería
equivocado que quienes hacen campañas provida maquillen la vida real de las
personas con síndrome de Down. Sería equivocado pretender que no afrontan
dificultades o creer la falsedad de que las personas con discapacidad
intelectual pueden vivir fácilmente una vida común.
Pero no
es equivocado mostrar sus rostros sonrientes. No es, como dicen algunos
promotores del aborto en Irlanda, “un chantaje emocional”.
Las
campañas que muestran los rostros de personas con síndrome de Down buscan
superar el miedo que lleva a la exclusión, la marginalización y, en muchos
casos, a la muerte. Un grupo que sale en defensa de estas personas que ya no se
da cuenta de esto ha perdido el norte o ha olvidado qué significa hacer este
trabajo de defensa y promoción.
Down Syndrome Ireland dice que su misión es
promover “el respeto y la aceptación de las personas con síndrome de Down como
miembros valiosos de la sociedad irlandesa”. Pero las personas con síndrome de
Down no serán respetadas ni aceptadas sino hasta que sean de verdad conocidas y
amadas realmente. Si se esconde sus rostros y se permite que el miedo impere,
será más fácil matarlas.
Publicado
originalmente en First Things.
Fuente:
http://www.forumlibertas.com/mirando-rostro-del-sindrome-down/
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