viernes, 7 de agosto de 2015

Para el debate: ¿Basta universalizar la educación?

Más alumnos matriculados, pero menos aprendizajes

Recientemente, en un artículo aparecido en la edición internacional de The New York Times, cuyo autor es Eduardo Portes, se analiza una cuestión educativa muy actual: la relación entre el aumento en la cantidad de alumnos matriculados en países de varios continentes y el nivel de calidad de los aprendizajes adquiridos.
Hay datos elocuentes al respecto. Hace un cuarto de siglo, en los países subsaharianos de África sólo el 50 por ciento de los niños en edad de cursar el nivel primario estaban inscriptos en las escuelas. En 2012, la matrícula comprendía el 75%. En el mismo lapso, la inscripción en las escuelas primarias del sur de Asia se acercaba al 94%. Esos datos son reveladores de una realidad de los tiempos actuales: la conducción política de los países que dieron ese salto a favor de la educación popular había comprendido que la enseñanza primaria universal debía convertirse en el primer objetivo por lograr en este milenio. En otros términos, había crecido la conciencia de que solamente por el camino de la educación los países pobres podrían desarrollarse y alcanzar la deseada prosperidad.
Ahora bien, a medida que se analizó el tema más rigurosamente -es decir, más allá del simple dato estadístico lo que se pudo apreciar es que la cantidad de niños inscriptos no se compatibilizaba con el nivel de calidad esperado. Eric Hanushek, experto en educación de la Universidad de Stanford, California, lo afirmó de un modo categórico al decir que si bien el número de alumnos había crecido, los aprendizajes habían sido nulos. Una negación tan tajante abrió dudas que movieron a educadores y a diplomáticos a proponer otros objetivos de desarrollo sostenible que sustituyesen a los anteriormente enunciados.
Asimismo, se consideró necesario dotar de docentes capaces a los países escasos de ese personal y promover una estrategia de desarrollo que canalizara coherentemente la ayuda en los próximos lustros. Se espera que en septiembre próximo la ONU apruebe el plan aludido.
Un informe reciente de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que conduce la aplicación de las pruebas PISA en 75 países, ha dado a conocer una estimación desalentadora sobre el estado de la educación en el mundo pues, aun en países con suficiente nivel de recursos, los estudiantes no logran desarrollar las habilidades básicas.
Así ha ocurrido en México, donde a pesar de contar con una educación primaria casi universal y una matriculación en el secundario que alcanza al 70%, más de la mitad de los estudiantes no accedió al nivel básico de aptitud, que la OCDE considera indispensable para participar productivamente en la economía contemporánea. En ese nivel y aún menor están los estudiantes brasileños y los indonesios.
En un momento se pensó que los sistemas educativos de algunos países se habían sobrecargado por el aumento de la inscripción, de manera que se reducían por esa causa los beneficios que se esperaban del aprendizaje.
Un reciente trabajo del Banco Mundial, dedicado a medir la calidad de la enseñanza en países africanos, confirmó una de las causas de los resultados negativos. Es el caso de Uganda, por ejemplo, en donde sólo uno de cada cinco maestros cumple con los estándares de calidad requeridos.
La OCDE prevé que se ha de acceder a una educación de nivel secundario universal en el año 2030. En ese tiempo se podrá garantizar el nivel básico de habilidades que exploran las pruebas PISA de evaluación de la calidad.
El esfuerzo requerido para alcanzar ese objetivo se compensaría con los beneficios que dispensaría la expansión educativa. En suma, al margen de los recursos materiales básicos, una vez más se afirma que, para acceder a un nivel de calidad educativa, se requieren la capacidad del personal que ejerce la docencia y la consagración del tiempo necesario para aprender y estudiar por parte de los alumnos, cuyo desempeño y motivación positiva resultan indispensables.

Fuente: "La Nación", 20 de julio de 2015.

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