Guarda el orden
y el orden te guardará.
Adagio latino.
¿Por qué hablamos del
orden?
Hoy orden pertenece al grupo de los términos
políticamente incorrectos, que requieren explicaciones, que molestan al oído de
algunos.
Y sin embargo, tenemos que admitir que
sin orden no se puede estudiar ni trabajar, ni producir nada positivo. Sin
orden se harían imposibles nuestras existencias, la del mundo, y se torna
impensable la ciencia.
¿A qué hacemos referencia cuando
hablamos de orden?
Hay un orden externo, objetivo, que se
manifiesta cuando cada cosa está en su lugar, espacial o temporalmente. Es lo
que hace que hallemos lo que dejamos en un sitio, si es el habitual o el
apropiado. Es lo que hace que podamos citarnos a una hora y encontrarnos
efectivamente, no sólo porque hemos sido puntuales, sino porque el sol y la
tierra y todo el universo se comportaron ordenadamente, según reglas o leyes
internas, naturales. Ese orden físico y natural es exterior a nuestra mente e
interior a las cosas.
Otra faceta se nos presenta al ejercer
nuestra capacidad de dominio del mundo ordenando físicamente distintos objetos.
Todas las técnicas elaboradas por el hombre, desde prender un fuego o labrar la
tierra, hasta la ingeniería genética, consisten en ordenar o reordenar objetos.
Todas las artes se cifran en lograr determinados ordenamientos sean de sonidos,
formas, colores, palabras, espacios o movimientos.
Cuando nuestro pensamiento se torna
ordenado se hace capaz de las ciencias, es decir, de saberes ordenados que
descifran el orden inmerso en la realidad y lo expresan como leyes. Las
ciencias no crean el orden: lo descubren. Pero el orden de la realidad es tan
complejo que jamás lo agotamos. Por eso cada descubrimiento conduce a otro
nuevo.
La comprensión de que existen leyes que
rigen el mundo hace que lo experimentemos como cosmos, término acuñado por los griegos que destaca el orden, la
armonía de un universo dado, en contraposición al caos o desorden.
Pero he aquí que el orden del universo
físico es profundo al punto que hasta los sucesos aleatorios que a simple vista
nos parecen caóticos o desordenados, como los fenómenos atmosféricos, se pueden
estudiar y predecir matemáticamente. La llamada “teoría del caos” estudia tales
procesos y desentraña sus comportamientos.
El orden del universo es la armonía de
lo diverso. Y lo diverso se manifiesta desde lo elemental a lo complejo, desde
las formas y procesos básicos a los superiores, lo cual implica gradación y
jerarquía. Este concepto hizo, por ejemplo, que Mendeleiev formulara la Tabla Periódica de los elementos químicos y hasta
pudiera predecir las propiedades de algunos elementos que en su época aún no se
conocían.
Las proporciones son una manifestación del orden. Es maravilloso descubrir la proporción áurea en la distribución de los pétalos en las flores, de las hojas en los tallos, de las nervaduras en las hojas, en las escalas musicales, en las proporciones de los insectos y de nuestro propio cuerpo.
Las proporciones son una manifestación del orden. Es maravilloso descubrir la proporción áurea en la distribución de los pétalos en las flores, de las hojas en los tallos, de las nervaduras en las hojas, en las escalas musicales, en las proporciones de los insectos y de nuestro propio cuerpo.
Donde hay ser, donde hay belleza,
existe algún orden.
Fuente:
Ianantuoni, Elena (2010) Pedagogía de la sexualidad. Buenos
Aires: Bonum. 2ª Ed. 2ª Parte. Cap. III. p. 119.
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