Canto I del Paraíso de la Divina Comedia de Dante Alighieri
La gloria de quien
mueve todo el mundo
el universo llena,
y resplandece
en unas partes más
y en otras menos.
[…]
“Existe un orden
entre todas
las cosas, y esto
es causa de que sea
a Dios el universo
semejante.
Aquí las
nobles almas ven la huella
del eterno saber, y
éste es la meta
a la cual esa norma
se dispone.
Al orden que te he
dicho tiende toda
naturaleza, de
diversos modos,
de su principio más
o menos cerca;
y a puertos
diferentes se dirigen
por el gran mar del
ser, y a cada una
les fue dado un
instinto que las guía.
Éste conduce al
fuego hacia la luna;
y mueve los
mortales corazones;
y ata en una de las
partes de la tierra;
y no sólo a los
seres que carecen
de razón lanza
flechas este arco,
también a aquellas
que quieren y piensan.
La Providencia, que
ha dispuesto todo,
con su luz pone en
calma siempre al cielo,
en el cual gira
aquel que va más raudo;
nos lleva la virtud
de aquella cuerda
que en feliz blanco
su disparo clava.
Cierto es que, cual
la forma no se pliega
a menudo a la idea
del artista,
pues la materia es
sorda a responderle,
así de este camino
se separa
a veces la
criatura, porque puede
torcer, así
impulsada, hacia otra parte;
y cual fuego que
cae desde una nube,
así el primer
impulso, que desvían
falsos placeres, la
abate por tierra.
Más no debe
admirarte, si bien juzgo,
tu subida, que un
río que bajara
de la cumbre del
monte a la llanura.
Asombroso sería en
ti si, a salvo
de impedimento,
abajo te sentaras,
como en el fuego el
aquietarse en tierra”.
Volvió su rostro entonces hacia el cielo.
Gentileza: Dra. G. H. de Lamas
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