Enseñantes y
enseñantas
Esta
mañana los alumnos y alumnas estaban más inquietos e inquietas que nunca. Como
Vanessa, Lorena, Iván y Manolín eran
incapazas e incapaces de fijar los objetivos cognitivos mínimos, formé con ellos
y con ellas un equipo de trabajo unicelular autosuficiente para la dinamización
pragmática.
Fijé
los objetivos: conocimiento de cuatro unidades léxicas (antes llamadas
palabras). Tenían que aprender cuatro americanismos: «cacao», «jaguar»,
«mucamo-mucama», y «gaucho-gaucha». En vez de mirar al diccionario, practicamos
ejercicios transversales en base a técnicas de teatralización corporal. Y así,
para corregir disfunciones sexualmente discriminatorias, las alumnas hicieron
el gaucho, como si domaran indómitos/as potros/as de la pampa. A su vez, los
alumnos hicieron de mucamos que servían en bandeja jugos
de cacao a ritmo de salsa.
Luego
ellos y ellas hicieron el jaguar y la jaguara, rugiendo y andando a gatas (y a
gatos) por el suelo. Por último, pasaron a la actividad gráfico-motriz (antes llamada dictado) y
escribieron las cuatro palabras en el cuadernoguía.
En
ese momento Manolín se empeñó en escribir cacao con hache intercalada
(«cacaho»). ¿Qué hacer? Abrí un debate democrático, con participación del grupo
celular número dos (Yvonne, Selena, el Jordi y Javi), y se aceptó con dos votos
en contra eliminar la hache.
Pero
entonces Manolín se emperró en escribir cacao con dos kas: «kakao». Se lo
permití para no reprimir su ego. En todo ello empleamos vientinueve minutos.
Luego,
hasta que tocó el timbre, estudiantes y estudiantas hicieron gustosos y
gustosas la autoevaluación.
En
base a los items expuestos, y a nivel de análisis, la baremación dio los
siguientes resultados: aprendizaje cognitivo: satisfactorio. Contenidos procedimentales
(habilidades, destrezas y estrategias): positivo. Contenidos actitudinales (normas, valores y actitudes):
necesitan apoyo psicológico.
Sonó
el timbre y los alumnos y alumnas pasaron al espacio lúdico.
Me
fui diligente a la sala de profesoras y de profesores porque 12 pedagogos y
pedagogas venían a presentar la programación de 21 cursillos de adaptación, 32
seminarios de psicomotricidad y 14 coloquios para reciclar a los/las catedráticos/as
de Francés en profesores de Artes visuales, Cibernética y Macramé artesano.
Pero
en su lugar llegaron seis sindicalistas con las tablas económicas de los
septenios y 12 encuestas sobre la calidad de la enseñanza.
Lo
peor de los recreos es encontrarse a antiguos colegas y colegos absolutamente
obsoletas/obsoletos.
Hay
aún enseñantes y enseñantas (incluso jóvenes y jovenas) que no se acostumbran a
la LOGSE.
Paco
Bosch, por ejemplo, les lee a los alumnos y alumnas pasajes de El Quijote (¡!),
en vez de practicar con etiquetas de fabada y canciones de La Polla Records. El
pobre Paco todavía emplea palabras de cuando el BUP, obsoletas, por supuesto.
Dice lección, aprobado, aula, suspenso, tema, patio, recreo… ¡Con decir que usa
el arcaísmo «leer» en vez de «descodificar»! Pobre Paco. De vez en cuando lanza
a los ojos verdes de Chelo,
la profesora de Sociología de la cocina mediterránea, embelesadas miradas cuya
duración no baja de los seis segundos, ¡Seis segundos de penetrante mirada! Un día
de estos la Chelo lo denuncia ante el inspector/inspectora
por acoso sexual.
Por Eduardo Alonso
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