sábado, 14 de noviembre de 2015

Para pensar: ¿con qué alimentamos la mente?

Una cierta y oscura omnipotencia nos da permiso cotidianamente para ver horas de televisión basura o leer las peores secciones de los diarios o escuchar los noticieros más sensacionalistas o la música más deleznable, acumulando de ese modo en nosotros mismos una enorme resaca de sedimentos espurios que nos van convirtiendo en seres opacos y carentes de toda energía y transparencia. Aun cuando nos creamos impunes o invulnerables, nos estamos destruyendo nosotros mismos, del mismo modo que se destruyen los que comen y beben irresponsablemente hasta destrozar sus cuerpos, sus vidas y las de los que los rodean.

Bordelois, Ivonne (2005) La palabra amenazada. Buenos Aires: Libros del Zorzal. P. 34.

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