Una cierta y oscura omnipotencia nos
da permiso cotidianamente para ver horas de televisión basura o leer las peores
secciones de los diarios o escuchar los noticieros más sensacionalistas o la
música más deleznable, acumulando de ese modo en nosotros mismos una enorme
resaca de sedimentos espurios que nos van convirtiendo en seres opacos y
carentes de toda energía y transparencia. Aun cuando nos creamos impunes o
invulnerables, nos estamos destruyendo nosotros mismos, del mismo modo que se
destruyen los que comen y beben irresponsablemente hasta destrozar sus cuerpos,
sus vidas y las de los que los rodean.
Bordelois, Ivonne (2005) La
palabra amenazada. Buenos Aires: Libros del Zorzal. P. 34.
No hay comentarios:
Publicar un comentario