Sábato,
Ernesto (2000). La Resistencia.
Buenos Aires: Seix Barral.
En línea: http://biblio3.url.edu.gt/Libros/sabato/resistencia.pdf
En línea: http://biblio3.url.edu.gt/Libros/sabato/resistencia.pdf
Ernesto Sábato (1911-2011), fue un escritor, ensayista, físico y pintor argentino. En su juventud, fue un activista del
Partido Comunista, en donde llegó a Secretario General de la Federación Juvenil
Comunista. Posteriormente se iba a alejar del comunismo marxista, desilusionado
por el rumbo que había tomado el gobierno de Stalin en la Unión Soviética. Fue,
además, detractor del Partido Peronista. En el otoño de su vida volvió la
mirada hacia el Evangelio y declaró: Aunque
fui un comunista activista, el anarquismo siempre me ha parecido una vía de
conseguir justicia social con libertad plena. Y valoro el cristianismo del
Evangelio. Este siglo es atroz y va a terminar atrozmente. Lo único que puede
salvarlo es volver al pensamiento poético, a ese anarquismo social, y al arte.
En el ensayo literario, La Resistencia, expondrá su nueva visión de la vida, plena de
esperanza. Una vida que debe fundarse en los valores del espíritu, tan
olvidados en la sociedad de ese momento y más aún en la nuestra, lo que le
confiere gran actualidad.
El libro está compuesto por cinco cartas y un
epílogo y cada uno de ellos puede ser leído de forma independiente puesto que
tratan diversas tesis o aspectos del problema. En la primera carta, “Lo pequeño
y lo grande”, plantea el problema de la incomunicación del hombre, inmerso en
la televisión y el ruido constante, que ha olvidado el sentido del ocio.
Declara que el hombre se plenifica en la apertura a los demás, en la valoración
de los pequeños gestos y momentos, “No
hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante”. Hay
que revalorizar lo pequeño, aquellos objetos que nos rodean y que tienen algo
de nosotros. Es necesario crear un clima de belleza en el pequeño mundo que nos
rodea. “El hombre se expresa para llegar a
los demás, para salir del cautiverio de su soledad”. Podemos volver a ser
grandes, dirá Sábato, si logramos vencer las gestas cotidianas.
En su segunda carta, “Los antiguos valores”, marca la importancia de los ritos y la sacralidad, invita a volver a los valores perdidos: la dignidad, el desinterés, la grandeza ante la adversidad, las alegrías simples, el coraje físico y la entereza moral. En la tercera, “Entre el bien y el mal”, plantea el problema de la educación y sentencia que la educación que damos procrea el mal porque lo enseñamos como bien. “Tenemos que reaprender lo que es gozar… gozos verdaderos son aquellos que embargan el alma de gratitud y nos predisponen al amor”. El alma siempre tiene que optar por el bien o el mal. La solución de este problema se encuentra en el amor.
La cuarta carta, “Los valores de
la comunidad”, es un llamado a volver a trabajar por el Bien Común, con
solidaridad. En ella advierte que el hombre moderno teme a la libertad porque
ella implica responsabilidades y pone su especial esperanza en los jóvenes como
agentes del cambio. En la última carta, “La Resistencia”, critica la vida
acelerada que llevamos y la falta de silencio que nos ha quitado la posibilidad
de rezar y más aún, llegar al dolor del otro. “Las heridas de los hombres nos reclaman”.
Finalmente, en el epílogo, afirma
que la conversión implica una muerte y que cree que una segunda Edad Media es
posible. “Creo que lo esencial de la vida
es la fidelidad a lo que uno cree su destino”.
La
Resistencia, es
sin duda, una obra sumamente amena y de rápida lectura que nos hará reflexionar
sobre nuestra manera de vivir. Sábato realiza en ella un impresionante análisis
de la sociedad de su tiempo, que no ha cambiado mucho hasta hoy. Una fuerte
crítica a los medios masivos de comunicación que nos aíslan e impiden
realizarnos como personas en el diálogo y la entrega a los demás. Pero sobre
todo, un mensaje de esperanza, pues de nosotros depende el volver a los
antiguos valores y resistir, incluso heroicamente, a la decadencia de la
cultura occidental. Como el mismo Sábato lo expresó: “El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria”.
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