Por Guillermo Jaim Etcheverry
En Inglaterra se vuelve
a usar la estilográfica para que los estudiantes aprendan la grafía. En Francia
también se considera que no se debe prescindir de esa habilidad, pero allí el
problema reside en que ya no la dominan ni los maestros.
La pérdida de la
habilidad de la escritura cursiva explica trastornos del aprendizaje que
inciden en el desempeño escolar.
En la escritura cursiva,
el hecho de que las letras estén unidas una a la otra por trazos permite que el
pensamiento fluya con armonía de la mente a la hoja de papel. Al ligar las
letras con la línea, quien escribe vincula los pensamientos traduciéndolos en
palabras.
Por su parte, el
escribir en letra de imprenta implica escindir lo que se piensa en letras,
desguazarlo, anular el tiempo de la frase, interrumpir su ritmo y su
respiración.
Habría que educar a los
niños desde la infancia en comprender que la escritura responde a su voz
interior y representa un ejercicio irrenunciable. Los sistemas de escritura
deberían convivir, precisamente por esa calidad que tiene la grafía de ser un
lenguaje del alma que hace únicas a las personas. Su abandono convierte al
mensaje en frío, casi descarnado, en oposición a la escritura cursiva, que es
vehículo y fuente de emociones al revelar la personalidad, el estado de ánimo.
Posiblemente sea esto lo
que los jóvenes temen, y optan por esconderse en la homogeneización que
posibilita el recurrir a la letra de imprenta.
En todo caso, la
resistencia que ofrecen la pluma y el papel impone una lentitud reflexiva.
Como en tantos otros aspectos
de la sociedad actual, surge aquí la centralidad del tiempo. Un artículo
reciente en la revista Time, titulado: Duelo
por la muerte de la escritura a mano, señala que es ése un arte perdido, ya
que, aunque los chicos lo aprenden con placer porque lo consideran un rito de
pasaje, "nuestro objetivo es expresar el pensamiento lo más rápidamente
posible. Hemos abandonado la belleza por la velocidad, la artesanía por la
eficiencia. La escritura cursiva parece condenada a seguir el camino del latín:
dentro de un tiempo, no la podremos leer". Abriendo una tímida ventana a
la individualidad, aún firmamos a mano. Por poco tiempo...
Fuente: Extractado de La Nación
Revista, 27/9/2009.
Buen artículo Hermana!
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