miércoles, 14 de diciembre de 2016

Para pensar...

La característica del Anticristo será negar abiertamente que Nuestro Señor Jesucristo es el Hijo de Dios venido en carne desde el Cielo. Esta descripción le conviene tan exacta y completamente, que negar a Cristo puede propiamente ser llamado el espíritu del Anticristo, e incluso puede decirse de sus negadores que poseen el espíritu del Anticristo, que son como el Anticristo, que son Anticristos. 
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Quiero insistir en esto: en el presente estado de cosas, cuando el gran objetivo de la educación es aparentemente el desembarazarse de lo sobrenatural, cuando nos sentimos tentados a burlarnos y reírnos de la fe en lo que no vemos, cuando se nos enseña a dar cuenta de todo por medio de hechos conocidos y verificados, a examinar cada afirmación por medio de la piedra de toque de la experiencia, no puedo dejar de pensar que esta visión del Anticristo como un poder sobrenatural por venir, es un don providencial que contrapesa las malignas tendencias de la época.
Además, sin lugar a dudas, es provechoso para nuestro pensamiento el desplazarse hacia atrás y hacia adelante, a los comienzos y a la culminación de los tiempos evangélicos, a la primera y a la segunda venida de Cristo. Lo que deseamos es comprender que nos encontramos en la misma situación de los primeros cristianos, con la misma alianza, el mismo ministerio, los mismos sacramentos y obligaciones; tomar conciencia de un estado de cosas muy lejano en el pasado; sentir que vivimos en un mundo pecador, un mundo asentado en la iniquidad; discernir nuestra posición en él, que somos testigos en él, que el reproche y el sufrimiento son nuestra parte, de tal modo que no debe "parecernos extraño" si se lanzan sobre nosotros, sino más bien una graciosa excepción si no lo hacen; tener nuestros corazones despiertos, como si hubiéramos visto a Cristo y sus Apóstoles y sus milagros, despiertos a la esperanza y a la espera de su Segunda Venida, aguardándola y, aún más, deseando ver sus señales; meditando mucho y a menudo acerca del Juicio que se acerca, penetrando en el pensamiento de que seremos individualmente juzgados.
Todos éstos son actos de una fe verdadera y salvífica. Por tanto, un efecto saludable de la lectura del libro del Apocalipsis y de las otras partes proféticas de la Sagrada Escritura -sin duda muy distinto nuestro conocimiento de su verdadera interpretación- es precisamente arrancar el velo que cubre nuestros ojos, levantar el manto que cubre la faz del mundo y así, día tras día, en nuestras idas y venidas, al levantarnos y al acostarnos, mientras trabajamos, descansamos y nos entretenemos, permitirnos ver el Trono de Dios presente en medio nuestro, Su majestad y Sus juicios y la continua intercesión de Su Hijo por sus elegidos, por sus pruebas y su victoria.

Newman, John Henry (2006: 43 y 59 - 61) La religión del Anticristo (fragmento). En Cuatro sermones sobre el Anticristo. Buenos Aires: Pórtico. 


Estos textos pertenecen a uno de los cuatro sermones predicados por Newman, todavía anglicano, en el Adviento de 1835. En ellos plantea las grandes cuestiones que desde la predicación de los Apóstoles hasta el día de hoy son objeto de meditación de los creyentes, pues sabemos con toda la certeza de la fe que antes del deseado advenimiento glorioso de Cristo ha de venir el Anticristo, con las pruebas que le acompañarán.

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