por MAURICIO
SANDERS
25 ABRIL, 2018
Hay
libros para leer como si uno bailara bachata: hay que atreverse a hacerlo,
aunque uno no sea experto. El miedo a bailar mal es el peor obstáculo para
siquiera empezar a aprender a medio bailar. Lo mismo sucede con algunos libros.
Hay que intentarlo. Total. No pasa nada. Incluso si uno no entiende una lectura
completa, algo comprenderá: resplandecerá un verso medieval, destellará una
escena de comedia griega, refulgirá un parágrafo de la obra filosófica de Edith
Stein.
Edith
Stein (1891-1942) nació en un lugar de Alemania que hoy queda en Polonia. Fue
la séptima hija de un matrimonio judío. Vivió las tradiciones de Israel y el
nacionalismo de Prusia. Los ritos de la sinagoga terminaron por no decirle nada
y a los quince años salió a buscar en la universidad el sentido de la
vida. Tampoco ahí lo encontró, aunque su maestro Edmund Husserl le
reveló pistas que quedaron escritas en su tesis doctoral, El problema
de la empatía.
Buscando
el camino, en la Primera Guerra Mundial Stein prestó servicios voluntarios como
enfermera de la Cruz Roja. A través del trato con los enfermos aprendió a
querer buscar la vía que entra en el semejante y nos saca de la soledad de
estar con uno mismo. En su seno, comenzó a fraguar su obra filosófica, centrada
en el ser comunitario del hombre. La tinta con que escribió su filosofía fluía
desde el corazón.
Edith
Stein se fue acercando a la fe católica pasito a paso. Pequeñas intervenciones
de ángeles grandes la condujeron en 1922 a la pila bautismal. Tras el bautismo
no rompió con su formación intelectual, sino que la amplió y extendió.
Fracasados sus intentos por encontrar un puesto en distintas universidades,
ejerció como profesora de liceo. Su origen judío y su oposición a la primacía
del Estado sobre la persona le impidieron seguir en esa profesión.
Muy
pronto quiso hacer votos religiosos pero todavía tenía mucho trabajo por hacer
fuera de los muros de la clausura. A pesar de que se le impedía enseñar en las
escuelas, dictaba conferencias y publicaba escritos. Tradujo al alemán a John
Henry Newman y a santo Tomás de Aquino. Muchas de sus enseñanzas versaban sobre
el lugar de la mujer en la sociedad y la Iglesia y la formación de los jóvenes.
Stein, la primera mujer en recibir el grado de doctor en filosofía en Alemania,
se comprometió a defender la posibilidad de que las mujeres fueran alumnas y
maestras en la universidad. Sus conferencias cesaron cuando la ley de los nazis
prohibió a los judíos hablar en público.
El
14 de octubre de 1933, Stein ingresó en el Carmelo de Colonia. Tomó el
nombre de la fundadora Teresa. Cuando el nacionalsocialismo se comenzó a
convertir en un peligro para su vida, se negó partir hacia América española.
Mientras se gestaba Auschwitz, prosigue sus investigaciones acerca de los
vastos y profundos océanos de la interioridad del hombre. En español se pueden
encontrar tres libros de Edith Stein: ¿Qué es filosofía?, Los
caminos del silencio interior y La mujer. La editorial
Herder publicó en 26 tomos sus obras completas en alemán.
En
1942, Edith Stein murió en un campo de concentración, con su hermana Rosa y
otras profesas de su convento. Canonizada en 1998 como santa Teresa Benedicta
de la Cruz, su fiesta se celebra el 9 de agosto.
El
11 de octubre de 1998 fue canonizada por el papa Juan Pablo II como santa Teresa
Benedicta de la Cruz.
Fuente:
http://www.forumlibertas.com/edith-stein-al-corazon-por-la-razon/
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