La venida del Espíritu
Santo
Los apóstoles reunidos
con otros nobles amigos,
alrededor de la Virgen
aguardan el cumplimiento
de la divina promesa
que Cristo en su
despedida
con solemnidad hiciera:
“No tengan miedo”, -les
dijo-.
Yo enviaré un Defensor
que curará la tristeza,
los colmará con su luz,
les dará la fortaleza
para ir por los caminos
proclamando el evangelio
como valientes testigos.
La promesa se ha cumplido
sobre los fieles
discípulos:
¡Fuego y viento, viento y
fuego
del Espíritu Divino
para entregarles sus
dones
del Cielo han descendido!
Emborrachados de amor,
exultantes de heroísmo,
ya nada los detendrá,
pues irán por todo el mundo
con las velas desplegadas
de sus almas
transformadas.
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