Pedagogía, Didáctica y
Psicología educacional según los Ejercicios Espirituales Ignacianos
1. Aclarando términos.
2. Pedagogía de los EE.
2.1. Lo primero: tener
claro el fin.
2.2. Trabajar sobre
todas las potencias, ordenándolas.
2. 3. Salvar siempre la
libertad personal.
3. Didáctica de los EE.
3.1. Los momentos de
todo aprendizaje.
3.2. La tarea de formar
hábitos.
4. Psicología
educacional de los EE.
3. Didáctica de los EE.
3.1. Los momentos de todo aprendizaje.
¿Por qué
ocurre que los alumnos pasan años y años en la escuela y en muchos casos no logran
tener aprendidos, o sea, poseídos, ciertos conocimientos, habilidades o
procedimientos básicos, como el de la lectura comprensiva, la correcta
escritura, un orden elemental en el pensamiento, o un mínimo sentido crítico?
Si es verdad
que el aprendizaje consiste en una apropiación, en un aprehender, “hacer carne”
determinados contenidos, es claro que se debe conocer, pero la mera noticia no
basta, porque, para decir que se sabe, es imprescindible contextualizar,
encontrar relaciones, causas y consecuencias. Por eso, además de conocer, es
necesario comprender. Pero no basta conocer y comprender si no se retiene lo
fundamental, porque implicaría comenzar de cero cada vez. Y aun conociendo,
comprendiendo y reteniendo, si no se posee la capacidad de aplicar, de llevar a
la vida ese saber, el contenido queda estéril.
Se hace
imprescindible, por tanto, trabajar como momentos específicos: conocer o tener noticia, comprender o haber reflexionado, retener o memorizar lo necesario y
finalmente ser capaz de poder aplicar,
sea ya al ámbito teórico, ya al práctico del hacer o del obrar. Recién cuando
el discípulo es capaz de llevar a la vida real lo que se le ha enseñado,
hacerlo con facilidad, y –por qué no- con gozo, podemos decir que lo ha
aprehendido.
Es
interesante confrontar este planteo con las investigaciones de los cognitivistas
contemporáneos, por ejemplo, David Perkins (1997) en “La escuela inteligente”, coincide a tal punto que se diría conoce
cómo se trabaja en los EE, salvo el hecho de que su propuesta apunta
principalmente a revertir el problema económico político que se presenta a una
nación cuando su gente no ha aprendido a pensar.
Pero volvamos a los EE: quienes los hayan hecho,
recordarán que se aplica y respeta siempre el siguiente esquema didáctico:
1.
una
presentación teórica del objeto, tema o cuestión, explicación tan breve como
sea posible, pero al mismo tiempo medular, incisiva, “porque no el mucho saber
harta y satisface al ánima, mas el sentir y gustar las cosas internamente” [2]:
CONOCER.
2.
un
tiempo importante dedicado a discurrir sobre lo presentado, a la meditación, a
la reflexión personal rumiando el
asunto, al análisis exhaustivo, al encuentro de relaciones, a la extracción de
conclusiones, a la contemplación de una verdad; pues “así como el pasear,
caminar y correr son ejercicios corporales, por la misma manera… (éstos) se
llaman ejercicios espirituales” [1]: COMPRENDER.
3.
la repetición, al cierto tiempo, de las
anteriores verdades y reflexiones: “repetir el primero y segundo ejercicio,
notando y haciendo pausa…” [62]; “resumiendo, porque el entendimiento sin
divagar discurra asiduamente por la reminiscencia…” [64]; “este ejercicio se
hará dos veces al día…” [99], “…se harán dos repeticiones…” [204]: RETENER.
4.
finalmente,
las aplicaciones, las decisiones concretas, que significan llevar a la vida
todo lo pensado [23], [53], [61], [63], [98],…: APLICAR.
Se trata, en todos estos
pasos, de poner en acto el principio de
actividad del sujeto, quien es el verdadero motor del propio aprendizaje.
Los demás agentes y mediadores prestan ayuda para que el propio sujeto pueda
efectuar todas las actividades necesarias para hacer suyo el contenido, para
aprender (Hernández de Lamas, 2008: 392)
¡Tenemos así planteado el esquema de un plan de clase,
de unidad y de curso!
3.2. La tarea de formar hábitos.
En todos los
casos se trata de formar hábitos
intelectuales o morales. En la educción de los hábitos buenos, en forma plena y ordenada, está toda la clave de la
educación. Recordemos que los hábitos son cualidades estables del alma, y que,
en el caso de los hábitos operativos, habilitan las potencias para obrar con
prontitud, facilidad y gozo.
Los hábitos
normalmente se forman por la repetición de actos, por lo tanto, se trata de
ejercitar reiteradamente esos actos que llevarán a la posesión del hábito,
ejercicio que será en un comienzo dificultoso, pero se irá tornando cada vez
más fácil hasta hacerse gozoso, fuente de íntima satisfacción y alegría. Esto vale
tanto para los hábitos intelectuales, tales el arte, la ciencia, la sabiduría,…
como para los morales: prudencia, justicia, fortaleza, templanza, misericordia…
Es
fundamental el trabajo mancomunado de docente y discípulo. El docente, como
buen mediador, ha de ir mostrando, guiando, conduciendo, alentando,
corrigiendo, aconsejando, entusiasmando. Y el discípulo en actitud activa,
abierta, receptiva, atenta, ha de ir probando, ejercitando, puliendo,
ampliando, profundizando y aplicando esos hábitos que lo habilitan para
ejercitar sus aptitudes, para lograr sus metas, para desarrollarse en plenitud
y libertad.
4. Psicología educacional de los EE.
En este campo encontramos que los EE
contienen avances notables, que presuponen un profundo conocimiento del alma
humana y sus movimientos, así como observaciones que se corresponden con los
mejores hallazgos de la reciente psicología cognitiva.
San Ignacio prevé cómo debe ser la
relación entre el que guía y el discípulo, con anticipos del trato empático persona a persona (Tausch
y Tausch, 1981: 215- 221):
1.
Respeto
absoluto a la libertad del otro, que lo es a su dignidad de persona: “el que da
los ejercicios, no debe mover al que los recibe, más a… ni a…” [15].
2.
Atención
a la realidad del discípulo, a sus posibilidades: “si la persona que hace los
ejercicios es viejo o débil, o aunque fuerte…” [129]; “Según la edad,
disposición y temperamento…” [205].
3.
Atención
a sus sentimientos y operaciones, procurando comprender al otro y alentarlo
siempre: “el que da los ejercicios, cuando siente que al que se ejercita no le
vienen algunas mociones espirituales… mucho le debe interrogar acerca de los
ejercicios, si los hace, a sus tiempos destinados, y cómo…” [6]; “si ve al que
los recibe, que está desolado y tentado, no se haya con él duro ni desabrido,
mas blando y suave, dándole ánimo y fuerzas para adelante…” [7].
4.
Respeto
a los tiempos de cada uno: “Porque como unos son más tardos para hallar lo que
buscan,… asimismo unos sean más diligentes que otros,… requiérese algunas veces
acortar… y otras alargar…” [4].
5.
Proveer
condiciones externas que favorezcan los objetivos, dejando a un lado todo lo
que puede resultar distractivo: “…tanto más se aprovechará cuanto más se
apartare…” [20].
6.
Establecer
la relación sobre la base de la buena voluntad de ambos: “Para que así el que
da los ejercicios… como el que los recibe, más se ayuden y se aprovechen, se ha
de presuponer que todo buen cristiano ha de ser más pronto en salvar la
proposición del prójimo que a condenarla; y si no la puede salvar, pregunte
cómo la entiende, y si mal la entiende, corríjale con amor, y si no basta,
busque todos los medios para que, bien entendiéndola, se salve” [22].
7.
Importancia
de la docilidad, estudiosidad y magnanimidad del discípulo: “al que recibe los
ejercicios, mucho aprovecha entrar en ellos con grande ánimo y liberalidad…” [5].
Dedica
gran atención al trabajo sobre el autoconocimiento,
clave de bóveda del edificio de la sabiduría.
Para ello
comienza por detectar y tener delante de los ojos lo que debe ser corregido,
enderezado: “…haga el primer examen demandando cuenta a su alma de aquella cosa
propuesta y particular de la que se quiere corregir y enmendar…” [25]; recomienda
trabajar la autoobservación mediante el examen particular diario, comparando de
semana en semana si se ha mejorado [27] a [31]. Describe los estados anímicos de
consolación y desolación [316] y [317]. Brinda reglas para distinguir las
agitaciones en el propio interior y aprender a dominarlas con el ejercicio de
la razón y de la voluntad [318] a [336].
Pone el
acento en involucrar a la persona entera:
lo corporal, lo afectivo y lo espiritual han de acompañarse solidaria y
armónicamente: mirar, ver, contemplar; oír,
escuchar, gustar, tocar, imaginar; traer a la memoria y experimentar
sentimientos de pena, vergüenza, así como de dignidad, honor, generosidad,
gratitud; considerar, razonar,
reflexionar, discernir sobre consolaciones y desolaciones, deliberar, elegir,
desear, querer, determinar [47], [48],...
Muestra la
efectividad de recordar lo que se desea antes del sueño. “acostado ya,… pensar
a la hora que me tengo que levantar, y a qué, resumiendo el ejercicio que tengo
que hacer” [73] y las reiteraciones a lo largo del día, en momentos clave y
fijos.
Apela a la nobleza que presupone en
cada uno, y la búsqueda de grandes y heroicas decisiones “considerar qué deben
responder los buenos súbditos a un rey tan liberal y tan humano” [94];
“considerar que todos los que tuvieren juicio y razón, ofrecerán todas
sus personas al trabajo” [96]; “los que más
se querrán afectar y señalar en todo servicio de su rey eterno y Señor
universal, no solamente ofrecerán sus personas al trabajo, mas aun haciendo
contra su propia sensualidad y contra su amor carnal y mundano, harán
oblaciones de mayor estima y mayor momento, diciendo” [97]:
“Eterno
Señor de todas las cosas, yo hago mi oblación con vuestro favor y ayuda, …, que
yo quiero y deseo, y es mi determinación deliberada, sólo que sea vuestro mayor
servicio y alabanza, de imitaros en pasar todas injurias y todo
vituperio y toda pobreza, así actual como espiritual, queriéndome
vuestra santísima majestad recibir en tal vida y estado.” [98].
He
subrayado las palabras que expresan rotundamente la magnanimidad, la voluntad
de entrega heroica, total, absoluta. Que esto no ha quedado en las palabras, o
en las buenas intenciones, lo demuestran las vidas de hombres formados en esta
escuela: un San Pedro Claver, que pidió ir a Cartagena de Indias para
evangelizar a los negros esclavos. Los recibía como verdadero hermano, ya que
arribaban en condiciones deplorables, tanto físicas como psíquicas y
espirituales; los ayudaba cuanto podía, y llegó a bautizar ¡a 300 mil de
ellos!; o un San Isaac Jogues, torturado y mutilado por los indios del Canadá,
quien tras un rescate y haber vuelto a Francia, pidió con insistencia regresar
a esa misión, donde completó su martirio.
Enseña
cómo tomar decisiones nobles y libres.
Destaca
siempre lo positivo, el bien que hay en cada existencia, los bienes recibidos y
la gratitud que ha de corresponder, así como la esencia del amor: la “Contemplación para alcanzar amor” nos
conduce desde la consideración de los múltiples bienes recibidos en forma
particular a lo largo de la vida, hasta anegar la mirada en un deslumbramiento
impregnado de alegre gratitud, sobre la miríada de bienes que desciende
constantemente sobre todo el universo [234] a [237].
Que los EE
concluyan con esta contemplación, es imagen de lo que ha de suceder en toda
vida humana realizada, en el encuentro de la persona con la sabiduría, con la
verdad, el bien y la belleza que colman todas las expectativas, todos los
deseos, que configuran un principio y gozoso anticipo de lo que ha de ser la
felicidad eterna.
REFERENCIAS:
Frankl, Viktor (2004) El
hombre en busca de sentido. Barcelona: Herder.
Guardini, Romano (1994) La
aceptación de sí mismo. Las edades de la vida. Buenos Aires: Lumen.
Hernández de Lamas, Graciela (2008) Retórica
y educación. El discurso
pedagógico desde la Retórica de Aristóteles. Buenos Aires: Instituto de
Estudios Filosóficos “Santo Tomás de Aquino”.
Hernández de Lamas, Graciela (2010) Dios y la educación ¿Personalizar o
divinizar? Conferencia en Universidad Federal de Río Grande, Río Grande do
Sul, Brasil, Septiembre de 2010.
Newman, John Henry (1994) La misión de San Benito, en Historical Sketches. En Revista
Newmaniana, año IV, Nº 11, Mayo 1994 y Nº 12, Septiembre de 1994.
Perkins, David (1997) La
escuela inteligente. Barcelona: Gedisa.
Ruiz Sánchez, Francisco (2003) Fundamentos
y fines de la educación. San Rafael (Mendoza): Ediciones del Verbo
Encarnado.
San Ignacio de Loyola (2010) Libro
de los Ejercicios Espirituales. San Rafael (Mendoza): Ediciones del
Verbo Encarnado.
Tausch, Reinhard y Tausch, Anne-Marie
(1981) Psicología de la educación. Barcelona: Herder.
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