Por Yésica Pistrellini
Tercera Parte: Italia
Después de tanto andar y conocer, llegamos al fin a Italia. Nuestro
primer destino fue Venecia, un lugar verdaderamente mágico. Allí visitamos la
Catedral de San Marcos, maravillosa en su interior, plena de mosaicos
catequéticos que un sacerdote del lugar nos explicó con toda dedicación. Luego
paseamos por el Puente Alto y recorrimos aquellas calles y puentes acuáticos,
llenos de góndolas y personajes dispares.
San Marcos, Venecia |
Proseguimos nuestra marcha hacia Florencia, la tierra de Dante
Alighieri. Allí pudimos conocer un poco de su singular historia, compuesta por
riñas familiares y luchas de honor. Recorrimos el Duomo, integrado por un gran
Baptisterio, la Catedral y el Campanario, obra del Giotto.
En Florencia visitamos varios museos como Los Uffizi y el Museo de
San Marcos, de los cuales destaco el último por poseer en su interior los
frescos de Fra Angélico que él mismo pintó en las celdas de cada uno de los
monjes y que además de ser grandiosas obras de arte son también una invitación
a la oración para quienes los observan.
Nuestro recorrido nos llevó a Pisa donde conocimos la famosa torre y
el Baptisterio y la Catedral. Seguimos por Lucca donde se encuentra el
Santuario de Santa Gemma Galgani.
En Siena conocimos la Basílica de Santa Catalina y su casa. Luego
fuimos a San Gimignano, pintoresco pueblito, en cuya Catedral se encuentra un
fresco impresionante sobre el Infierno. Ya en Asís recorrimos el camino de San
Francisco, la Porziuncula, las Ermitas de las Cárceles, la Basílica y la
Iglesia de Santa Clara. Fue un día de auténtico silencio y oración.
Finalmente, ¡llegamos a Roma!
Sería difícil contar en pocas palabras todo lo que vivimos allí.
Podríamos nombrar en primer lugar a la Roma Pagana, de la que solo quedan
despojos: el Coliseo, el Foro, el Panteón, la Columna de Trajano y el Arco de
Constantino y Tito. A través de estas ruinas reconstruimos la historia del
colosal Imperio que tuvo por misión albergar el Cristianismo naciente.
En segundo lugar, la Roma Cristiana, que desde las catacumbas hasta
el Vaticano nos muestra lo que significaba Dios en la vida de los hombres, lo
que aún hoy debe significar. No había medias tintas si se trataba de dar la
vida al Señor, esto lo atestigua la innumerable cantidad de santos que guarda
en su seno Roma. De allí la impresionante cantidad de Iglesias, en las cuales
siempre encontrarás reliquias de Santos.
A las afueras de la Ciudad Eterna, pudimos visitar Montecasino y
Subiaco, abadías fundadas por San Benito donde la vida monástica, con sus
oraciones y sacrificios, vela por la conversión de los hombres.
En Roma, visitamos los Museos Vaticanos donde se halla la Capilla
Sixtina y escalamos la gran cúpula de San Pedro. Realizamos también la famosa
visita a las siete iglesias en bicicleta, lo que constituyó una aventura y
también un día de fervorosa oración. En esta visita tuvimos la gracia de subir
de rodillas la Escala Santa.
Algunos pudimos coronar nuestro paso por Roma con la Audiencia
General del Papa y recibir su bendición, fue muy emocionante tener al mismo
Vicario de Cristo a unos pocos pasos nuestro. En estos tiempos, en que arrecia
la tormenta y es fuerte el vendaval, debemos rogar por el Conductor del Barco
de la Iglesia y por la fidelidad de todos los fieles.
Este fue nuestro paso por Europa, un viaje de aprendizaje y
peregrinación, que sin duda ha dejado innumerables huellas en nuestras almas
sedientas de Verdad, Bondad y Belleza. Solo nos queda dar gracias a Dios por
tantos dones recibidos y compartirlos con nuestro prójimo. AMDG
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