miércoles, 5 de octubre de 2016

El poder curativo de la lectura

Cuando nos preguntamos por el poder curativo de la lectura vemos que cobran importancia otras funciones del libro: la risa y el llanto, el compartir experiencias y fantasías, identificarse con otros destinos, retroceder al propio pasado, volver a sí mismo de la distracción, lograr mayor profundidad, meditar.
Al ir más allá del proceso banal de información, se manifiesta el sentido más profundo de la cultura de la lectura. Difícilmente hallaremos una autobiografía donde los libros no sean protagonistas. Ahora bien, ¿qué tienen de significativo para las biografías de sus autores? ¿Qué consideran ellos digno de mención? No el haber obtenido datos útiles por medio de los libros, el haber aumentado su conocimiento profesional o saciado su curiosidad superficial, sino el hecho de que la lectura pone en movimiento algo en el interior de la mente anquilosada.
La lectura se vincula al proceso que Angelus Silesius pretende impulsar cuando expresa: "Amigo, si eres algo no te detengas: avanza de una luz a otra".
Esto explica la asombrosa comprobación de que los lectores asiduos tienden a ser personas más felices que las demás. De seguro no lo serán por haber recibido menos golpes del destino, sino más bien porque la lectura continuada les ha enseñado a entretejer los contratiempos en su vida dándoles un sentido, y porque han logrado madurar en su constante encuentro con el mundo de los pensamientos e imágenes de los libros. Desde esta óptica, la cultura de la lectura puede definirse como terapia cotidiana sin terapeuta. 

Ludwig Muth, citado por Lukas, Elizabeth (2001) Psicología espiritual. Buenos Aires: San Pablo. p. 75.

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