"Todas tus lágrimas brillan como diamantes sobre el atavío de la Madre de Dios: nada se ha perdido, ni el bien ni el mal; todo está escrito en el libro de la vida. Los sufrimientos pasarán, nuestros tormentos se filtrarán en el olvido y nosotros no sentiremos más que reconocimiento... No puede ser de otra manera; el Señor nos sirve de ejemplo. El que sigue su camino, el camino del amor y de la cruz, comprende la grandeza del Reino de los Cielos."
De una carta de la Emperatriz Alejandra de Rusia, en marzo-abril de 1918, cuatro meses antes de su asesinato.
Citada en: Kologrivof , Iván (1953) El Verbo de Vida. Buenos Aires: Difusión. p. 292.
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