San Rafael, 31 de diciembre de 2016.-
QUERIDOS HERMANOS:
Al finalizar un año y en vísperas de
comenzar otro, las cabezas de los hombres y mujeres, especialmente la de
los más viejos, empiezan a recorrer los acontecimientos que sucedieron y
a considerar las expectativas para lo que se avecina.
Todos los días de los hombres están
marcados por cosas feas y cosas hermosas; por buenos actos y actos
malos. Es la condición humana. El pecado de Adán nos ha marcado
totalmente. El pecado de nuestro primer padre no deja de afectarnos. Es
que existe una solidaridad tan profunda entre nosotros y él, que los
bienes y los males que los hombres realizan siempre nos afectan y de
algún modo nos condicionan.
Por otro lado tenemos que Dios,
nuestro Padre, que creo a Adán, quiere que nosotros podamos gozar de lo
que tenía pensado darnos cuando creó al hombre: que compartamos su vida
divina. Dios no se ha dejado vencer por el pecado de Adán, ni por los
pecados de todos los hombres. Se ha servido de la libertad mal usada de
Adán para mostrar de modo claro su poder y su misericordia. Es que la
Providencia divina es superior a cualquier pecado del hombre. La
Misericordia de Dios es más grande que cualquier otra cosa.
Del mismo modo que el Señor se sirvió
del pecado de Adán para obrar la redención de los hombres, que es lo más
grande que Dios ha realizado respecto a nosotros; del mismo modo Dios
se sirve de las miserias humanas para el bien de los hombres.
Los pecados de los hombres sirven, por
el poder y la misericordia de Dios, al mismo hombre. Los males lo
purifican, los bienes lo alientan para mantenerse en buen camino.
Este momento es propicio para
agradecer a Dios por distintos motivos: por los bienes que nos ha dado y
por los males que ha permitido que nos sucedieran. Con unos y otros Él
nos va ayudando a purificarnos y a crecer. Si por el mal sufrido
injustamente nos purifica, por el bien nos alienta, debemos agradecerle
siempre a Dios. Esto es la Divina providencia.
Les deseo un próspero año. Próspero
quiere decir también aprovechable, útil. A los cristianos todo nos viene
bien: “Todo sucede para el bien de los que aman a Dios” (Romanos 8,28).
Que el Señor nos de la capacidad de
ver su mano amorosa en los acontecimientos buenos y los no tanto y que
nos de su gracia para sacar el provecho de unos y otros.
R.P. Raúl Harriague, IVE
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domingo, 1 de enero de 2017
Carta del P. Harriague
¡Feliz Año Nuevo!
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