Febrero
allá en la montaña,
montañas
del sur de Francia,
y
los ojos de Bernarda
llenos
de nieves blancas.
Era
una niña muy simple,
era
una niña pastora,
era
pobre entre los pobres
la
que viera a la Señora.
un
día de invierno crudo,
cuando
mostróse la Virgen
delante
esos ojos puros.
La
sorprendió en su camino,
la
dejó en contemplación,
y
preguntada le dijo:
“Soy
la Pura Concepción”.
Fue
en Massabielle el encuentro,
donde
brotaron las aguas,
y
eran aguas curativas,
y
son aguas milagrosas.
Desde
entonces a esa gruta,
llenos
de fe y esperanza,
muchos
dolientes acuden
y
encuentran salud y gracia.
¡Oh,
María Inmaculada,
que
en Bernardita encontraste
fiel
confidente y amante,
danos
como a ella, el amarte!
Danos
amarte sin pausa,
con
corazón abnegado,
y
escondidos para el mundo,
sólo
en el Verbo gloriarnos.
MGdeJ
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