jueves, 11 de febrero de 2016

Lourdes


Febrero allá en la montaña,
montañas del sur de Francia,
y los ojos de Bernarda
llenos de nieves blancas.

Era una niña muy simple,
era una niña pastora,
era pobre entre los pobres
la que viera a la Señora.

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Y fue un día como todos,
un día de invierno crudo,
cuando mostróse la Virgen
delante esos ojos puros.

La sorprendió en su camino,
la dejó en contemplación,
y preguntada le dijo:
“Soy la Pura Concepción”.

Fue en Massabielle el encuentro,
donde brotaron las aguas,
y eran aguas curativas,
y son aguas milagrosas.

Desde entonces a esa gruta,
llenos de fe y esperanza,
muchos dolientes acuden
y encuentran salud y gracia.

¡Oh, María Inmaculada,
que en Bernardita encontraste
fiel confidente y amante,
danos como a ella, el amarte!

Danos amarte sin pausa,
con corazón abnegado,
y escondidos para el mundo,
sólo en el Verbo gloriarnos.
MGdeJ



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