“... y si, además, me dijerais:
«Ahora, Sócrates, no vamos a hacer caso a Anito, sino que te dejamos libre, a
condición, sin embargo, de que no gastes ya más tiempo en esta búsqueda y de
que no filosofes, y si eres sorprendido haciendo aún esto, morirás»; si, en
efecto, como dije, me dejarais libre con esta condición, yo os diría: «Yo,
atenienses, os aprecio y os quiero, pero voy a obedecer al dios más que a
vosotros y, mientras aliente y sea capaz, es seguro que no dejaré de filosofar,
de exhortaros y de hacer manifestaciones al que de vosotros vaya encontrando,
diciéndole lo que acostumbro: "Mi buen amigo, siendo ateniense, de la
ciudad más grande y más prestigiada en sabiduría y poder, no te avergüenzas de
preocuparte de cómo tendrás las mayores riquezas y la mayor fama y los mayores
honores, y, en cambio no te preocupas ni te interesas por la inteligencia, la
verdad y por cómo tu alma va a ser lo mejor posible?"»
Y si alguno de vosotros discute y dice que se
preocupa, no pienso dejarlo al momento y marcharme, sino que le voy a
interrogar, a examinar y a refutar, y, si me parece que no ha adquirido la
virtud y dice que sí, le reprocharé que tiene en menos lo digno de más y tiene
en mucho lo que vale poco. Haré esto con el que me encuentre, joven o viejo,
forastero o ciudadano, y más con los ciudadanos por cuanto más próximos estáis
a mí por origen. Pues, esto lo manda el dios, sabedlo bien, y yo creo que
todavía no os ha surgido mayor bien en la ciudad que mi servicio al dios. En
efecto, voy por todas partes sin hacer otra cosa que intentar persuadiros, a
jóvenes y viejos, a no ocuparos ni de los cuerpos ni de los bienes antes que
del alma ni con tanto afán, a fin de que ésta sea lo mejor posible, diciéndoos:
«No sale de las riquezas la virtud para los hombres, sino de la virtud, las
riquezas y todos los otros bienes, tanto los privados como los públicos. Si
corrompo a los jóvenes al decir tales palabras, éstas serían dañinas. Pero si
alguien afirma que yo digo otras cosas, no dice verdad.»
A esto yo añadiría: «Atenienses, haced caso o no a
Anito, dejadme o no en libertad, en la idea de que no voy a hacer otra cosa,
aunque hubiera de morir muchas veces.»
PLATÓN, Apología de Sócrates, 29c-30c. en PLATÓN, Diálogos I,Gredos, Madrid, 1981, pp. 167-169.
Muerte de Sócrates- J-L. David- Metropolitan Museum, NY. |
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