dando curso al espacio y al tiempo,
de que el verde cubriera la tierra
convirtiendo las rocas desnudas
en hogar de variados vivientes;
y que el hombre se irguiera asombrado
contemplando el hermoso universo
sometido al poder de sus manos;
que soberbio intentara alcanzarte
quebrantando tus sabios preceptos,
y anunciaran rugiendo las fieras
que ya todo era espinas y abrojos;
antes pues del instante primero
que en tu Verbo lanzó a la existencia
el gradual y magnífico orden
de la escala de las perfecciones...
de antemano en tu Amor infinito
decretabas pagar nuestra deuda
con la Sangre preciosa del Hijo
que a la vez fuera hombre y divino.
Y en Belén una Virgen y Madre,
totalmente entregada a tu Amor,
en conciencia del sino del Hijo,
deposita entre blancos pañales,
sobre el duro pesebre de pajas,
con el Cuerpo adorado del Niño,
la ofrenda pura de su Corazón.
MGdeJ
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