Tú que con ansia recorres
la noche de Navidad,
buscando por Buenos Aires
a quien te vino a salvar,
mira bien qué puerta empujas.
y qué umbral vas a pisar,
porque aunque está en todas partes
y en todas lo sentirás,
sólo en las cosas más puras
al niño Dios hallarás.
No lo busques en los sitios
donde la luz brilla más
y donde es más poderoso
el poder de la ciudad;
deja las calles del centro,
entra en las del arrabal,´
y allí donde la pobreza
linda con la oscuridad,
en la casa más humilde
al niño Dios hallarás.
No lo busques en los libros
que gritan en vez de hablar.
Ni en la música que quiere
pero no puede cantar;
apártate del bullicio
que en todos los barrios hay,
hasta hundirte en el sosiego
que comienza más allá;
y en el fondo del silencio
al niño Dios hallarás.
Tú que en Buenos Aires buscas
a quien te vino a buscar
para convertir en día
tu noche de Navidad;
aléjate de ti mismo,
acércate a los demás,
y abriendo con toda el alma
las almas de par en par,
en la más sola y más triste
al niño Dios hallarás.
Francisco Luis Bernárdez
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