Por Madre Adela Galindo, SCTJM
No es
un fin en sí mismo, sino medio de conversión. Conduce a libertad de corazón y
mente. Proceso por el cual nos liberamos de todos los apegos terrenales y de
todas las cosas que nos atan: caprichos, gustos, excesivo auto cuidado. Y nos
encaminamos hacia la Paz.
Fortalece,
estabiliza y desarrolla el auto control (fruto del ES)
Reconocer
debilidad y dependencia en Dios.
Pobreza
de espíritu
Edifica
la vida interior
Elimina
los excesos de nuestra vida a fin de hacer más espacio para Dios.
El
ayuno permite llevar más fácilmente una vida interior unida a Dios y al mundo
celestial; el ayuno libera de la pesantez de la materia. Los santos recomiendan
el ayuno a todo aquel que quiere llegar a una mayor interioridad.
El
ayuno apaga poco a poco la concupiscencia.
El
ayuno y la Palabra de Dios.
Mateo
4: "No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la
boca de Dios"
Juan
4,32: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado y llevar a
cabo su obra"
El día
de ayuno debe ser un día de profunda oración, meditación de las Escrituras y
del magisterio de la Iglesia. Alimentar nuestras mentes encontrando en la verdad
nuestro alimento, nuestra satisfacción. Permitirle a nuestras almas que sean
llenadas de la Palabra que es vida, que nos libera, que nos eleva y nos enseña a pensar, sentir y
obrar según la voluntad de Dios. En los días de ayuno, por alguna razón, he
descubierto que es mas fácil penetrar las Escrituras, escudriñarlas y captar el
mensaje más profundo, que se esconde detrás de las palabras... Damos prioridad
al alma.
El
ayuno y la Eucaristía
Juan
6, 27: "Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que
permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre".
Vacío
terreno y alimento verdadero. El vacío físico que se experimenta en el ayuno
nos ayuda a darnos cuenta de nuestro vacío interior y nuestra necesidad de las
realidades espirituales.
El día
de ayuno, debe ser eminentemente un día Eucarístico: adoración, reparación,
etc.
¿A
pan y agua?
Pan
es comida de pobre. La disposición de vivir a pan y agua durante un día
demuestra la buena voluntad de ser pobre ante Dios y bien dispuesto a su
voluntad.
Pan y
agua: dos símbolos importantes en las Escrituras:
Pan: símbolo
de vida, de nutrición (Pan, alimento - Eucaristía)
Agua:
purificación (de su corazón traspasado fluye el agua, símbolo del bautismo)
Para
dar al pueblo pan y agua mientras caminaban en el desierto el Señor hizo
milagros.
El
ayuno busca la verdadera vida a través de la purificación. Ayunar a pan y agua
es un llamado a crecer en dependencia de la Eucaristía. Es también un llamado a
adentrarnos en una vida de purificación, de conversión, de arrancar de nosotros
todo lo que nos separa del Señor o no nos deja ser sus hijos adoptivos, ni su
imagen y semejanza.
Juan
6,34: "yo soy el pan de vida, el que venga a mí no tendrá hambre, y el que
crea en mí no tendrá nunca sed"
Hemos
oído a la Virgen de manera particular llamarnos al ayuno:
En Fátima:
El ayuno tiene el poder de prevenir guerras y catástrofes naturales.
En
Medjugorie:
"Practicad
el ayuno, porque con el ayuno obtendréis que se realice completamente el plan
que Dios tiene. Con esto me daréis una gran alegría" “les invito a la oración y al ayuno. Con
vuestra ayuda puedo hacerlo todo y obligar a Satanás a dejar de instigar a las
almas."
"Orad
y ayunad, sólo así podréis conocer todo el mal que hay en vosotros y ofrecerlo
al Señor, a fin de que pueda purificar vuestros corazones de todo".
S.S.
Juan Pablo II sobre la necesidad de ayunar para aplacar el "espíritu de
muerte y la cultura de la muerte".
Evangelium
Vitae #100: "es urgente...que desde cada comunidad, cada familia, cada
individuo se eleve una súplica apasionada a Dios. Jesús mismo nos reveló con su
ejemplo que la oración y el ayuno son las armas principales y más eficaces
contra las fuerzas del mal y ha enseñado a sus discípulos que algunos demonios
sólo se expulsan de este modo. Por lo tanto, tengamos la humildad y la valentía de orar y ayunar para
conseguir que la fuerza que viene de lo alto haga caer los muros del engaño y
de la mentira, que esconden a los ojos de tantos la naturaleza perversa de
comportamientos y de leyes hostiles a la vida, y abra sus corazones a propósitos
e intenciones inspirados en la civilización de la vida y del amor."
El
ayuno aplaca la gula
Con
el ayuno estamos aprendiendo a dominarnos a nosotros mismos y sobretodo a
liberarnos del pecado de gula, que no sólo se manifiesta en la glotonería, sino
en formas más refinadas y más espirituales.
1
Gula intelectual: gula en el terreno de conocimientos (curiosidad), de la
ciencia. Esta es muy peligrosa pues el pecado primero de Eva fue la curiosidad.
De ahí se deriva el ocultismo, los psíquicos, los astrólogos, leer cartas...etc.
Querer saber el futuro.
2
Gula espiritual: busca los sentimientos que provocan lecturas piadosas, el
placer sensible. No perderse ninguna experiencia espiritual.
3
Gula de placer, de honor, de fama: se hace lo que sea por sobresalir, por ser
reconocidos, etc.
Ayunar
no solo de comida
San
Juan Crisóstomo:
El
valor del ayuno consiste no solo en evitar ciertas comidas, pero en renunciar a
todas las actitudes, pensamientos y deseos pecaminosos. Quien limita el ayuno
simplemente a la comida, está minimizando el gran valor que el ayuno posee. Si
tú ayunas, que lo prueben tus obras! Si ves a un hermano en necesidad, ten
compasión de él. Si ves a un hermano siendo reconocido, no tengas envidia. Para
que el ayuno sea verdadero no puede serlo sólo de la boca, sino que se debe
ayunar de los ojos, los oídos, los pies, las manos, y de todo el cuerpo, de
todo lo interior y exterior.
Ayunas
con tus manos al mantenerlas puras en servicio desinteresado a los demás.
Ayunas con tus pies al no ser tan lenta en el amor y el servicio. Ayunas con
tus ojos al no ver cosas impuras, o al no fijarme en los demás para
criticarlos. Ayuna de todo lo que pone en peligro tu alma y tu santidad.
Sería
inútil privar mi cuerpo de comida, pero alimentar mi corazón con basura, con
impureza, con egoísmo, con competencias, con comodidades.
Ayunas
de comida, pero te permites escuchar cosas vanas y mundanas. También debes
ayunar con tus oídos. Debes ayunar de escuchar cosas que se hablan de tus
hermanos, mentiras que se dicen de
otros, especialmente chismes, rumores o palabras frías y dañinas contra
otros.
Además
de ayunar con tu boca, debes de ayunar de no decir nada que haga mal a otro.
Pues ¿de que te sirve no comer carne, si devoras a tu hermano?
¿Que
nos dice San Juan Crisóstomo con esta reflexión?
Que
los días de ayuno deben de ser especialmente días de abstenernos del uso
desordenado o incluso exagerado de los otros sentidos: No fijarme en lo que no
debo, no hablar lo que no debo, no oír lo que no debo, no desear lo que no
debo, no buscar satisfacer todas mis necesidades emocionales, espirituales; no
buscar saciar mi soledad, buscando inmediatamente compañía; no querer saberlo
todo; no requerir respuestas inmediatas a todo lo que se me ocurre en la mente,
etc.
Ayunamos
buscando conversión. Por lo tanto, ayunemos de todas esas actitudes contrarias
a la virtud. Quizás tu ayuno va a consistir de ser mas servicial, (ayuna de tu
pereza, comodidad), pues así como la Virgen nos pide que recemos con el corazón,
debemos de ayunar con el corazón.
Puede
ser que tengamos que ayunar de nuestra ira, siendo los días de ayuno, más
amables, más dulces, mas dóciles. Quizás tengo que ayunar de la soberbia,
buscando activamente ser humillada, o hacer actos concretos de humildad,
etc.
Ayuno
y pureza corporal
Escuchemos
al Cardenal Ratzinger:
Ayunar
significa aceptar un aspecto esencial de la vida cristiana. Es necesario
descubrir de nuevo el aspecto corporal de la fe: la abstención de la comida es
uno de estos aspectos. Sexualidad y alimentación son los elementos centrales de
la dimensión física del hombre: hoy, a una menor comprensión de la virginidad corresponde
una menor comprensión del ayuno. Y una y otra falta de comprensión proceden de
una misma raíz: el actual obscurecimiento de la tensión escatológica, es decir,
de la tensión de la fe cristiana hacia la vida eterna. Ser vírgenes y saber
practicar periódicamente el ayuno es atestiguar que la vida eterna nos espera;
mas aun, que ya está entre nosotros. Sin virginidad y sin ayuno, la Iglesia no
es ya Iglesia; se hace intrascendente, sumergiéndose en la historia.
Hoy más
que nunca, la penitencia, la mortificación, es necesaria para expiar por
nuestros pecados y reparar por los del mundo entero. A través de los siglos, la
humanidad siempre ha sido pecadora, pero lo reconocía y hacía penitencia por
ello. Hoy no es así, se vive en pecado, no se le llama pecado sino que, al
contrario, se vive orgulloso de ello. Se están rechazando todos los principios morales
y éticos, y por ello la humanidad ha perdido la libertad interior y ha llegado
a ser víctima del peor tirano: el propio "yo" y el demonio.
El
ayuno como acto común y público de la Iglesia, me parece hoy tan necesario como
en tiempos pasados; es un testimonio público tanto de la primacía de Dios y de
los valores del espíritu como de nuestra solidaridad con todos aquellos que
padecen hambre. Si no ayunamos no conseguimos librarnos de ciertos demonios de
nuestro tiempo.
Por
eso el catecismo de la Iglesia, #2015, nos dice: "El camino de la
perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate
espiritual (2Tim 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la
mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las
bienaventuranzas."
Ayuno
y Caridad
El
ayuno no puede separarse de la caridad fraterna. Si un cristiano se priva de
algo es para darlo a sus hermanos y dar testimonio con ello de su amor a
Dios.
Pío
XII (1950): "lo que sustraiga a la vanidad, el cristiano lo dará a la
caridad y subvendrá misericordiosamente a la Iglesia de los pobres. Así lo hacían
los fieles de la Iglesia primitiva: alimentaban las fuentes de la caridad con
el ayuno y abstinencia de las cosas permitidas".
San
Agustín: "tus privaciones serán fecundas si muestras largueza con
otro". Las privaciones son cristianas si nos hacen crecer en santidad, en
caridad y generosidad.
En
las primeras comunidades cristianas cuando había un pobre entre ellos ayunaban
durante dos o tres días y acostumbraban a enviarle los alimentos que tenían
preparados para ellos. Podemos apreciar por qué la Iglesia primitiva observaba
dos días de ayuno a la semana: miércoles y viernes.
Fuente: www.corazones.org
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