El peor
pecado
(sobre “Los
grados del fariseísmo”, L. Castellani)
caer en
hipocresía:
virtudes en
la doctrina
viviendo una
doble vida.
Convertir la
religión
en algo sólo
exterior,
descansando
en unos ritos
vaciados de
contenido.
Tratando con
lo sagrado
del modo más
rutinario,
perder el
asombro santo
y hacernos
sordos a Dios.
Dejando de
ser apóstol,
convertirse
en mercenario,
dar lugar a
la avaricia
abusando de
lo santo.
Ser ladrón
de guante blanco,
mantener las
apariencias;
así devorar
al débil
y mancillar
la inocencia.
Corazón
endurecido
que da
dureza de juicio:
ya no
importa la verdad
y llegará a
la crueldad.
La vida del
bueno afrenta
su farisaica
actitud,
y con odio
enceguecido
ha de
llevarlo al suplicio.
Todo este
mal advertía
el Señor con
santa ira,
y más con el
llanto amargo
sobre su
Sión derramado.
Sólo una
cosa previene
tanta
malicia y caída:
una profunda
humildad
como la tuvo
María.
Por eso te
pido, Madre,
me renueves
cada día
el don de servirte
siempre
en amor y en
alegría.
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