viernes, 25 de marzo de 2016

Semana Santa -4-

Las sevicias
(Mt 27, 27-31)

Tus enemigos humanos,
jefes del pueblo elegido,
traidores de su misión,
más traidores a sí mismos,
en un juicio infame y sucio
al condenarte a la muerte
pudieron pensar tal vez
su trabajo concluido.
Sin embargo los demonios
aún no estaban satisfechos,
y no dejan la tarea,
-en envidia comenzada,
con muy crecida soberbia
y ceguera realizada,-
 para lograr lo inaudito:
poner fin al que es Principio.
Por lo tanto han de ensañarse
con tu Humanidad bendita,
incitando a los secuaces
a que te cubran de ultrajes.
Como fieras te golpean,
inhumanos se te burlan,
salvajemente te escupen,
con espinas te coronan
y te insultan despreciables.
En todas esas sevicias
que a mi corazón indignan,
estaba yo sin embargo,
presente con mis pecados.
Mi mano estaba en las manos
que te golpeaban con palos,
y mi voz en esas bocas
que gritaban “¡Adivina!”
¿Cómo pedirte perdón
por semejante maltrato?
¿Cómo poder reparar
tan abyecto proceder,
horrible, cobarde y bajo?
¡Dame un alma penitente,
con dolor por ese daño,
con hambre de consolarte,
ardiendo por defenderte
y por siempre acompañarte!





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